Bernardo Guinand Ayala
“La base de toda educación es cuestión de corazón” Don Bosco
Sucedió
esta semana. No es cuento chino, ni escritura creativa motivadora, ni siquiera
producto del deseo optimista de que haya sido así. Simplemente sucedió y emociona.
Solo trataré de ponerle palabras a lo que viví.
Como
parte de las tareas de inicio de año y gracias al trabajo sostenido de Fundación Impronta en Caucagüita,
recibimos una serie de comunicaciones de escuelas de la parroquia para
visitarlas y ver de qué manera podemos articular esfuerzos para apoyarlas. Desde
Impronta, así como por años hemos constatado - y aprendido - de Fundación Empresas Polar, seremos más
efectivos en ayudar a reducir la pobreza en la medida que podamos fortalecer
las capacidades propias que tiene cada comunidad. En ese sentido, nuestro foco
está en apoyar lo que existe, poner nuestro mayor esfuerzo en acercarles
aquello que les cuesta conseguir, justo por estar atrapados en la cotidianidad y
la rutina, más aún en el complejo contexto venezolano.
El
martes nos embalamos hacia Turumo, sector muy populoso en la parte alta de
Caucagüita. Visitamos la Escuela Primaria José Antonio Calcaño gracias a la invitación
de Zarith, su directora. Recorrimos el plantel que cuenta con una matrícula de
algo más de 400 niños, visitamos cada salón lleno de caritas alegres, que no
vacilaron en pararse cada vez que pisábamos sus aulas dándonos los buenos días
de manera cariñosa y sincera. Como típica escuela pública, Zarith nos reveló
algunas deficiencias de infraestructura, problemas con los baños, falta de bombillos,
etc. Sin embargo, a la hora de sentarnos a hablar y visualizar algún tipo de
ayuda, Zarith no se focalizó en la infraestructura. Su foco fue la gente. No
hay escuela sin maestros y no hay buena escuela sin buenos maestros. Es
evidente la fuga de personal docente por migración o por cambio de área
productiva para dar sustento a sus familias, pero aun así, la escuela ha
logrado retener a unos tantos y formar a otros para mantener la escuela abierta
y los salones full. Incluso Zarith no se focalizó en poder remunerar mucho más
a su plantilla, sino en poderles dar lo que esté a nuestro alcance para
motivarlos, capacitarlos, mantenerlos lo mejor preparados para los retos que
viven. De hecho, manifestó su preocupación por la evidencia de 5 de sus alumnos
con trastorno del espectro autista y la manera cómo podíamos ayudar a sus
docentes para saber atenderles mejor.
De visita en la Escuela J.A. Calcaño, Turumo |
Un
ratico más tarde seguimos subiendo una cuesta muy empinada que nunca habíamos tomado
en Turumo, sector Marín, donde nos encontraríamos con Yuleima, maestra especialista
y psicopedagoga de la Escuela Don Bosco, iniciativa de los salesianos y subsidiada
por la AVEC. Como buena escuela de inspiración católica, sus condiciones de infraestructura
y limpieza eran muy buenas, aunque Yuleima y sus directivos no se conforman con
estar bien. Hicimos nuevamente un recorrido y vimos áreas de mejoras en salones
y muchas necesidades que desean cubrir. Sin embargo la petición expresada volvió
a ser la misma: “Ayúdennos a mantener a
nuestra gente capacitada y motivada”.
Dos
días más tarde, parte de mi equipo volvería a reunirse con Yuleima en la
Escuela Básica Negro Primero del sector La Embajada, escuela pública muy grande
de Caucagüita, donde tanto Yuleima como Zarith trabajan en las tardes, para
volver a constatar lo mismo: Apoyo a los
maestros, formación de padres que han sustituido a los titulares, herramientas
para atender a niños especiales, en fin, mantener las condiciones claves para
ser escuela.
Eneyda, Carlina y Carmen, voluntarias destacadas Impronta |
Las
sorpresas continuarían durante la mañana del miércoles. En la guardería Crecer
con Jesús, iniciativa privada pero de carácter social ubicada en locales de la
Iglesia Cristo Rey de Caucagüita, el equipo en pleno de Eneyda, fundadora de la
guardería y aliada clave de Impronta, se formaba en “Estrategias didácticas”
gracias al apoyo de Vanessa Páez, voluntaria estrella nuestra, quien involucró
a su iniciativa de consultoría Eklektikos para preparar un taller que ayude a
las maestras a salir de la rutina e implementar dinámicas diferentes en la
formación de los niños. Nuevamente Zarith estuvo allí, así como muchas otras
maestras de escuelas públicas. Rieron, trabajaron y supieron romper con la
rutina para atender de nuevo a sus niños al día siguiente. La próxima semana se
seguirán formando.
Fuera
de Caucagüita la cosa no ha sido distinta. El jueves en la oficina estuve con
Marco,
director de proyectos del Instituto Técnico Jesús Obrero de Catia, que
debe ser el secreto mejor guardado de los jesuitas en pleno corazón del oeste caraqueño.
Una verdadera tacita de plata, con una infraestructura y equipo humano sorprendente
para formar técnicos en informática, electrónica y mucho más áreas. Desde ALSI Foundation, iniciativa de
venezolanos en los Estados Unidos que busca captar recursos para la educación
en Venezuela y con quienes me vinculé desde el 2019, hemos visto la posibilidad
de ayudar al Jesús Obrero a través de un financiamiento que ubicamos en una
plataforma virtual a la cual estamos suscritos. Viendo las bases del concurso y
las necesidades del Instituto Técnico, nuevamente la conclusión fue la misma: “Vamos a redactar un proyecto para la
capacitación continua de nuestros maestros, para su retención, para su
motivación y para formar a aquellos profesionales que entraron este año como docentes
pero que nunca lo había sido” Nuevamente su gente, nuevamente la calidad
educativa como prioridad y como vocación.
Marco Dujmovic, director de proyectos IT Jesús Obrero |
Vanessa Páez, voluntaria profesional Impronta |
Zarith,
Yuleima, Eneyda, Vanessa, Marco y muchísimos más me hacen recordar la canción
de Fito Páez, que junto a la melodía de su piano arranca diciendo: “quien dijo que todo está perdido, Yo vengo a ofrecer mi corazón." Zarith, Yuleima, Eneyda, Vanessa, Marco y
seguramente la inmensa mayoría de los maestros venezolanos, aún con las
necesidades tangibles de cada una de sus familias, saben que su trabajo probablemente
no les rendirá jamás el fruto - monetario - justo de todo el esfuerzo puesto en
ello, pero su vocación y deseo de servir va mucho más allá. Su recompensa es
otra y no hay dinero que la pague.
Solemos
ver lo terrible y en el caso venezolano es inocultable. Jamás podremos
conformarnos. ¿Pero cuántos maestros, especialistas de la salud y otros tantos
profesionales en áreas sensibles están ahora abocados a “ofrecer su corazón”,
su vocación de servicio para superar este trance? Por ellos celebro hoy, me
llenan de alegría y esperanza.
26 de enero de 2020
Lo felicito por dar a conocer este tipo de vivencia. Necesitamos saber que hay gente buena y con vocación de servicio. Gracias. Bendiciones.
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