viernes, 4 de diciembre de 2015

Carta a mis amigos chavistas

Cuando escribes, generalmente asumes que quien te lee coincide en gran medida con tu línea de pensamiento. Suele uno plasmar la realidad que percibes desde una mirada crítica y personal, tratando de aportar algo positivo desde el lugar en que vives los acontecimientos. Recurrentemente escribo sobre Venezuela, pues la realidad que nos ha tocado vivir – a todos los venezolanos de esta Venezuela de principios del siglo XXI – es compleja y da para reflexionar mucho.

Hago esta introducción pues hoy quisiera dedicar mis líneas justamente a quienes no suelen ser mis lectores. Me encantaría poder llegar al pueblo chavista, aunque me conformo con llegar a algunos cuantos a quienes considero mis amigos e incluso mis colaboradores. Pienso en algunos en particular con quienes he discutido por largas horas sobre nuestro país, siempre en un ambiente cordial y de respeto mutuo; pero a medida que escribo vienen a mi mente muchísimas personas con quienes he compartido a lo largo de los años, provenientes de los más variados lugares y áreas de dedicación; desde médicos, enfermeras, técnicos y personal de seguridad, hasta militares, entrenadores deportivos, líderes de consejos comunales y testigos de mesa oficialistas.

¿Por qué les escribo? Por lo mismo que hemos conversado tantas veces. Por Venezuela, por su presente y por su futuro. Porque a la final la gran mayoría queremos exactamente lo mismo: trabajo, prosperidad, calidad de vida, paz, inclusión, oportunidades. Solo en el camino para llegar a ello nos hemos topado con diferencias y he tratado de entender sus razones para defender al gobierno, así como he tratado de transmitir que la polarización y los problemas que estamos padeciendo son - desde mi punto de vista - producto de políticas públicas erradas y un clima de confrontación que nos desvía de nuestros objetivos comunes.

No es para nadie un secreto que Venezuela no anda bien. De hecho, las críticas más agudas al gobierno actual se las he oído a personas afines al gobierno. A esos que han apoyado una, dos, quince veces esta revolución, pero que no son ajenos a los problemas de escasez, alto costo de la vida, inseguridad y corrupción, por mencionar solo algunos. Y las críticas son más agudas pues además de sufrir, como todos, los inconvenientes propios de esta situación, también viven la desilusión de ver en mal camino el sueño por el que tanto han trabajado.

Los gobiernos, así como todas las instituciones, necesitan renovaciones. Eso es así aquí y en Pekín. Hasta el mejor gobernante del mundo necesita bajarse del pedestal del poder para volver a tocar el piso de la realidad. “El poder tiende a corromper…” decía un célebre historiador católico y eso suele ser más cierto cuando las personas ejercen de manera indefinida ese poder. Para nosotros es aún más cercano el pensamiento de Bolívar expresado en su Discurso de Angostura: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía". El fragmento “el pueblo se acostumbra a obedecerle” es lo que más me ha impactado en el entorno venezolano, pues veo que efectivamente vamos tendiendo a ello. Nos vamos haciendo la vista gorda con irregularidades que impiden el desarrollo de una democracia sana. Temas como la ausencia en la separación de poderes o la confusión entre gobierno y partido suceden ahora cotidianamente y sería triste “acostumbrarnos” a ello.

¿Por qué les escribo? Porque estoy convencido que la alternabilidad es una de las condiciones claves para vivir en democracia. Porque nuevamente estamos frente a un evento electoral y siento que ustedes tienen una responsabilidad inmensa en el futuro de este país.

En algunas conversaciones que he tenido con ustedes me han transmitido que la oposición no los termina de convencer, pero que en estos momentos se vive un desencanto profundo con el gobierno. Así lo corrobora una reciente encuesta emitida por la organización Encuestas Libres: "… es interesante ver que la oposición no ha ganado tanto terreno, sino más bien las personas que no se identifican con ninguno de los dos bandos". (Encuestas Libres: El venezolano sigue esperando a un caudillo) Y no soy quien para forzar ni vender un mejor camino con determinada tendencia, aunque si les expreso claramente que el equilibrio de poderes es necesario para reencaminar el país y por ello la importancia de ustedes como factores críticos y elementos de cambio.

A diferencia de lo que se dice irresponsablemente a la ligera, tanto de un lado como del otro, la inmensa mayoría de los venezolanos - ya sean pro-chavistas o pro-oposición - son gente honesta y trabajadora. Caer en generalidades como que los chavistas son esto y los de oposición son aquello no nos ha hecho sino daño. Aquí hace falta el empresario, el obrero, el comerciante, el que piensa como yo y el que tiene otro punto de vista y lo defiende con argumentos. Si algo he reclamado a este proceso es habernos divido, sembrando en nosotros diferencias que no son tales. Venezuela como país, así como nuestra vinotinto en el fútbol, jamás podrá ganar con la mitad jugando para un lado y la otra mitad para el otro. Y creo que estamos en un momento clave para el encuentro, para jugar juntos. Y al igual que la vinotinto actual, nos tocará mucho esfuerzo para reconstruirla.   

¿Por qué les escribo? Porque el venidero 6 de diciembre hay un nuevo proceso electoral y aunque el resultado - sea cual sea  - no implica un cambio de gobierno ni va a incidir en soluciones a corto plazo de los problemas antes esbozados, si es una oportunidad para buscar un equilibrio de poderes que fortalezca la democracia, para el bien de todos.

¿Por qué les escribo? Porque quiero seguir trabajando por este país, pero siento que mi futuro y el de mis hijos está ahora en sus manos, más que en las mías.


4 de diciembre de 2015