lunes, 3 de febrero de 2020

Dignidad y solidaridad | 3 años de Fundación Impronta


Bernardo Guinand Ayala

Apreciado P. Ugalde, equipo, aliados comunitarios, colaboradores, familiares y amigos:

En 2015 tomé una de las decisiones más complejas de mi vida. Desprenderme de lo que había sido mi casa, mi escuela, mi verdadero grado profesional y hasta personal, mi aporte a un sueño hecho realidad, para aventurarme a seguir. Como suelen decir en estos días, salir de la zona de confort y dejar a otros también crecer. Luego de 16 años, salir del Centro de Salud Santa Inés y del Parque Social P. Manuel Aguirre de la UCAB no fue tarea sencilla, pero muchas cosas se conjugaron para percibir que era momento de buscar otros horizontes. Eran tiempos en que el Papa Francisco reflexionaba sobre “salir hacia la periferia” y lo tomé como una invitación.

Luego de experiencias enriquecedoras, de cambios retadores en el ínterin, de arrancar de nuevo y los subi-baja que ello conlleva, se fue gestando la idea de dar un paso más allá. En una Venezuela donde recomendaban no dejar para nada el terreno seguro, el quince y último, lo estable, terminé haciendo lo contrario para darle pulitura a lo que finalmente, en 2017, nacería como Fundación Impronta.  

La idea inicial fue muy sencilla, seguir siendo útiles en una Venezuela que se cae a pedazos. Aprovechar la experiencia previa – ese gustico apasionado por servir - para generar oportunidades a aquellos que la han tenido bastante más cuesta arriba que muchos de nosotros. Sin embargo, arrancar sin el amparo institucional que alguna vez tuve en la UCAB o el respaldo financiero que significaba la empresa privada [Fundación Santa Teresa] no es tarea fácil en medio de una economía que cierra santamarías a diario, que persigue a quien produce y expulsa a su gente más talentosa, ya sea de PDVSA como del barrio.   

Un primer borrador comenzó con dos simples palabras. Dos valores contundentes. Tenía muy marcado aun lo que había significado la creación de la Campaña Amigo Solidario del Centro de Salud Santa Inés UCAB y su correspondiente uso: el área de atención al paciente más vulnerable de dicho centro, encomendado a la hermana María del Carmen Pariente, mejor conocida como Pari. Las anécdotas de los pacientes que atendíamos pasaron a ser una bitácora extraordinaria de lo que representa servir al más humilde. No era cuestión fundamentalmente de dinero, era cuestión de compañía, de consejo, de escucha activa, de redes, de ayudar a conectar. De esa experiencia y esos relatos nace la idea de Impronta y por ello, las dos palabras que llenaron ese primer bosquejo fueron los mayores aprendizajes tomados de allí: Dignidad y Solidaridad.

El peso de esas dos palabras no fue un hallazgo de un día. Es la experiencia continuada, aprendida, vivida cotidianamente. Por eso, su contundencia vino por intermedio de algunos referentes que han sido modelo para sentar las bases de Fundación Impronta y hoy son Miembros Honorarios de la Fundación. Son a los primeros que quiero agradecer en este aniversario:

Al Padre Luis Azagra, quien confío guíe nuestros pasos desde el cielo. Siempre he dicho que fue él quien descubrió para qué podía ser yo útil. Me invitó a participar en su proyecto más ambicioso y al que dedicó sus últimos años de vida. Nadie ha confiado tanto en mí, en lo profesional, como ese curita alegre y agudamente inteligente - como buen jesuita -. La dignidad del otro fue su práctica cotidiana.

A la Hermana Pari, esa santa de carne y hueso que una vez contraté, a sus 77 años, para constatar que Dios hace milagros a diario. Su nobleza, su sencillez, su trato con el otro serán para mí, para Impronta, un referente obligado.

Al Padre Luis Ugalde, a quien agradezco enormemente que hoy esté celebrando esta misa. Recuerdo aún haber entrado atemorizado al rectorado de la UCAB en abril de 1998, meses antes de graduarme y haber recibido, de su parte, mi primera oferta de trabajo con miras a ser profesional. Lo que el P. Ugalde me dijo aquel día sigue siendo el norte para cualquier organización sin fines de lucro de cualquier parte del mundo: “Bernardo, me dijo, no vamos a resolver los problemas de salud que tiene el país, ni pretendemos lograrlo ni nos corresponde; pero si podemos establecer un modelo de atención y servicio basado en la dignidad de la persona, que le diga a todo el país, que es factible brindar servicios de calidad humana, técnica y solidaria para los más vulnerables”. Padre, creo que lo demostramos e Impronta es el deseo de extender ese legado.        

A mis viejos, agradecimiento extensible a toda mi familia, por ser desde siempre, el vivo ejemplo de la dignidad y la solidaridad puesta en lo cotidiano, no con palabras sino con el modelaje permanente. Si hoy me preguntasen cual sería el factor que más me aleja de la pobreza, quizás más allá de la estabilidad económica, la educación u otros determinantes, creo que tener papá y mamá, presentes, más aún en un contexto familiar amoroso y de apoyo sin condiciones, podría ser una parte clave de la respuesta. Si el mundo entero tuviese a unos padres como los míos, sin duda alguna sería otro planeta. La palabra impronta también viene de ustedes; ejemplo calcado para fundar, junto a Mimina, nuestra propia familia que ha sido apoyo cercano, constante y sin condiciones en todas mis aventuras. Los quiero con todo mi corazón.

Así, con todos esos buenos condimentos se fue gestando una idea, la cual un día como hoy, hace 3 años se materializó en estatutos, en plan estratégico y en unas primeras acciones. Frente a una Venezuela agotada del modelo de repartición a cambio de dignidad, desde Impronta no hemos pretendido resolver los problemas de nadie, mucho menos sustituir al Estado, sino acercar a los más vulnerables oportunidades que les permitan dar lo mejor de sí, independientemente de donde o en qué condiciones les tocó crecer. Impronta es como un tren que pasa frente a la casa de muchos. Es decisión de cada quien tomar o no ese tren, esa oportunidad. Vemos a los jóvenes descubriendo sus talentos, pero son ellos quienes deben esforzarse en desarrollarlos, pulirlos, aprovecharlos. Como sabemos que una de las condicionantes de la pobreza es que pasan por sus hogares, sus comunidades, menos trenes, allí está nuestra tarea.

Tampoco queremos descubrir el agua tibia ni seguir creando estructuras paralelas. Nuestro foco está en desarrollar las capacidades que tiene cada comunidad, cada institución - sea pública o privada - pero sirviendo como mecanismo articulador para apoyarlos en aquello en lo que puedan ser más débiles y en lo que tengamos nosotros fortalezas. Muy emocionante fue recibir a principios de este año invitaciones de diversas escuelas públicas, justo para que le apoyáramos en lo que sienten ahora clave: mantener a sus maestros motivados, activos, formados, para que la escuela siga. Que esperanza da ello como país. Y en eso, queremos y podemos apoyar.

Todo lo aquí expuesto sería solo un sueño muy bonito si no fuese porque llegamos a donde teníamos que llegar. Dice la sabiduría popular: “Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana” y así, justamente cuando algunas apuestas iniciales se vieron truncadas, Papá Dios nos puso una ventanota – en la periferia - llamada Caucagüita. A mediados de 2017, por razones más que sociales, ciudadanas, y atendiendo una solicitud del equipo de la AC El Radar de los Barrios, llegué a Caucagüita y conocí brevemente a Henry Vivas. Meses más tarde, Henry escribe invitándonos para visitar su casa pues la había convertido en el primer comedor popular del sector. El impacto en el equipo de Impronta nos llevó a plantear algunas actividades allá y luego de algunas jornadas de salud y un plan vacacional, comenzamos a conocer más y más gente y empezamos a sentirnos en casa. Caucagüita poseía una serie de características ideales para nosotros: vulnerabilidad por la situación económica y además por quedar algo desconectados del resto de la ciudad; poca presencia de otras organizaciones sociales, lo cual hace oportuna nuestra llegada; alta dependencia de instituciones del Estado, por lo cual podemos ser equilibrio; pero sobre todo, por ser una comunidad deseosa de abrir las puertas y querer construir juntos. Hoy, aquí nos acompañan algunos de estos aliados y amigos que nos han permitido pensar en un “nosotros” y practicar aquello que tantas veces he escuchado de boca del Padre Ugalde: “hay que esforzarse más en sumar y multiplicar, en vez de tanto restar y dividir”. A cada uno de ustedes, mil gracias por estrecharnos la mano y abrirnos todas esas ventanas.    
    
Quiero agradecer muy especialmente a todo mi equipo. Como solemos bromear en la intimidad, somos una especie de perros verdes, algo extraños o diferentes a los cuales muchos nos siguen viendo con incredulidad. Después de 21 años dedicado 100% al mundo social, sigo encontrando gente que me pregunta ¿pero el resto del tiempo a qué te dedicas? O personas que creen que uno es político porque si no hay un objetivo más allá de lo social, como que no entienden la cosa. Bueno, mi gente es así o mucho más, gente buena, comprometida y capaz de percibir los pequeños detalles que la vida nos pone por delante. Gracias por creer en Impronta como parte sustancial de sus vidas.

Y hoy aquí también se agrupan una cantidad de colaboradores, aliados, amigos que han puesto sus proyectos conjuntos, recursos, talento y sobre todo confianza para haber crecido durante estos 3 años y para pensar seriamente en continuar con mucho más impacto y pasión, transformando vidas a nuestro alrededor. Su apoyo ha germinado y hoy vemos esa semilla convertida en primeros frutos. Un caluroso abrazo para cada uno de ustedes y la invitación permanente para que sigan dejando su huella junto a nosotros.        

Cierro estas líneas citando textualmente las palabras con que culminaba el Padre Azagra su discurso al recibir de la UCAB, en el año 2005, el Doctorado Honoris Causa en Psicología. Cito:

“Y termino: dándole gracias a Dios. Si como dice San Juan, el modo más verdadero y más auténtico de amar a Dios es amar al prójimo; el mejor modo de dar gracias a Dios será también dar las gracias a todos ustedes que vivieron conmigo estos años y que hicieron posible que llegara este día”

¡Muchas gracias!
3 de febrero de 2020