sábado, 28 de octubre de 2023

Hermano Iñaki

Bernardo Guinand Ayala


     “Ustedes son los que Él ha escogido para ayudarle en su obra, anunciando a los niños el Evangelio de su Hijo”

San Juan Bautista De La Salle

 

Aquel era un día de semana cualquiera. Con catorce algunos y quince los mayores, estábamos en plena efervescencia de la adolescencia. Nos sorprendieron aquella mañana notificándonos que no tendríamos clases convencionales. “Salgan al patio que hoy tendrán una jornada diferente” nos avisó alguno de nuestros profesores del colegio. Acto seguido dijo: “van al salón audiovisual”. A finales de los ochenta, el salón audiovisual del Colegio La Salle La Colina era una total novedad que, hasta ese momento, había estado reservado exclusivamente para los alumnos del ciclo diversificado. Era un honor pisar aquel moderno lugar por primera vez.

 

“¿Qué vendremos a hacer aquí?” fue nuestra primera reacción, amplificada aún más cuando nos dijeron que aquella clase sería dada por el Hermano Iñaki quien, efectivamente, supo sacarle todo el potencial a la herramienta audiovisual. Iñaki había sido referente de La Salle en Venezuela y, por esa misma razón, siempre se había dedicado a labores directivas más que al salón de clases. Tener una clase con él, garantizaría una experiencia singular.

 

Aquel Hermano, que para la fecha estaba casi a mitad de sus cuarenta, se dispuso a hablarnos, de la manera más cercana y abierta sobre temas de sexualidad. Nunca había aprendido y comprendido tantas nuevas cosas como en aquella hora y pico que, con absoluta claridad nos transmitió. La Salle La Colina, para ese entonces, seguía siendo totalmente de varones, lo cual facilitaba el lenguaje y lo explícito de las imágenes que con total pertinencia nos exponía. Iñaki era una de esas extrañas personas que tenía especial facilidad para conectarse con los especímenes más complejos del mundo: los adolescentes. Y lo hacía desde una posición de respeto y confianza que impresionaban.

 

Antes de descubrir su valía como educador de jóvenes, Iñaki para mi representaba al gran artífice detrás del evento de mayor relevancia que tenía el colegio. Un evento a gran escala, que era una mezcla de talento, espiritualidad en el sentido más práctico y magia pura. El Hermano Iñaki era el director de la representación viviente de La Pasión de Cristo, que involucraba absolutamente a todo el colegio y se presentaba en el enorme campo de fútbol, en varias funciones, antes del asueto de Semana Santa. Eran largas jornadas de ensayo, con la música de la obra “Jesucristo Superstar” adaptada completamente al castellano con voces de reconocidos artistas de habla hispana y el audio, magistralmente acondicionado, por lo mas “top” de la época: la miniteca Betelgeuse.

 

Aquella apoteósica obra, que comenzaba con la entrada triunfal de Jesús el Domingo de Ramos, nos hacía sentir que estábamos realmente en Jerusalén siguiendo los pasos de Cristo. Arrancaba el acto y en las cornetas sonaba a todo volumen: “Hosanna Hey Sanna, Sanna Sanna Ho…” y saltábamos al unísono cientos de personas – niños de primaria, jóvenes de bachillerato y adultos - con nuestras palmas hacia el cielo, levantando polvo que se convertía en una gran nube, tras la búsqueda de Jesús que iba montado en burro, sujetado por el Hno. Iñaki, cuyo vestuario siempre destacaba por su autenticidad. A raíz de aquella experiencia, el Domingo de Ramos siempre ha significado, para mí, la fecha más especial de las celebraciones eucarísticas por su alegría, por aquellos recuerdos y por la presencia de un Jesús vivo y cercano, que particularmente siempre he preferido.   

 

Iñaki Sein Goñi, ese Hermano Lasallista, fue capaz de transmitirme, como nadie, la presencia cercana de Dios en la tierra, y a la vez, hablarnos con absoluta claridad sobre sexualidad y desafíos de la juventud. Todo esto, aderezado siempre, con una de sus indiscutibles marcas de fábrica: su sonrisa. Iñaki siempre estaba sonreído, y más allá de ello, siempre transmitía la alegría de verte y la disposición a escucharte.

 

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, esos discípulos de San Juan Bautista de La Salle, no son curas. No dicen misa, ni imponen los sacramentos. Aquel noble francés creó una congregación de maestros para quienes no tenían acceso a la educación y evitó la tentación de los compromisos, privilegios y cargos eclesiásticos. Así aseguró un rebaño de gente humilde, dentro de la iglesia, con el foco claro en formar a niños y jóvenes.

 

El Hermano Iñaki murió a finales de septiembre. Fue un digno discípulo de La Salle, un verdadero Hermano de las Escuelas Cristianas. En estos momentos, cuando veo con dolor el abandono de la profesión docente en Venezuela, donde la educación está en su momento más caótico y los jóvenes necesitan más que nunca una guía, cuanta falta nos hacen más educadores de la talla de Iñaki. Ojalá pueda iluminarnos desde el cielo.

 

Doy gracias a Dios por haber tenido la fortuna de tenerlo en mi camino.               

 

          28 de octubre de 2023