jueves, 23 de abril de 2020

Generamos oportunidades que transforman vidas


Bernardo Guinand Ayala

Ciudad Tablita
Entrar en casa de Verónica en Ciudad Tablita - Caucagüita - es visualizar un pedacito de Venezuela en miniatura. Empinadas escaleras para llegar hasta su casa, piso de tierra, paredes de latón y madera y una humilde pero útil cocina que sirve de epicentro de la vida familiar. Si bien en Ciudad Tablita los servicios básicos son insuficientes o mejor dicho inexistentes, al menos hay espacio para sembrar matas de parchita, lechosa, aguacate y tomates que cultiva con gran orgullo.

Si algo me apena, en los meses que tengo visitando la casa de Verónica, es que aún me cuesta diferenciar quiénes son sus hijos y cuáles sus nietos. Todos se confunden en edades similares pues las hijas mayores de Verónica también son madres y coincidió su estreno de abuela mientras tenía más hijos con otra pareja. Hoy ninguna de sus parejas pinta en el panorama.

Verónica es de Güiria, estado Sucre y siempre habla de Dios. En medio de la pobreza, la fe es
Verónica con 2 de sus hijos y 2 nietos
un sostén valiosísimo para seguir adelante, algo así como lo que ahora llamamos resiliencia. No le gusta vivir en un rancho, me cuenta que nunca había vivido en uno así, pero siguiendo a una de las hijas mayores a Caracas, se quedó como cabeza de familia procurando que las más grandes salgan adelante y los más pequeños estudien. Lamentablemente, una de sus hijas adolescentes salió también embarazada y se suma una boca más que alimentar, con pocos produciendo, aunque otra de las hijas - desde Colombia - trata de enviar alguito, aunque no alcanza ni para cubrir lo que demandan los hijos que ahora Verónica también debe criar. El fenómeno migratorio ha pasado a ser uno de esos nuevos desafíos para nuestra sociedad, a todo nivel.         

En esa Venezuela en miniatura, representada por la casa, la familia y las dificultades de Verónica, es la realidad que día a día decidimos asumir desde Fundación Impronta. La llegada a Caucagüita nos ha sumergido en anécdotas como la de Verónica y muchas más, a veces agobiante, pero sin duda desafiante. En medio del relato tan cuesta arriba que describo, nosotros observamos una rendija de esperanza que se muestra en cada caso. Es a eso lo que nosotros, desde Impronta, hemos denominado oportunidades. Hemos evidenciado, que más allá de las carencias económicas - sin duda tema clave a resolver - la pobreza se arraiga en las familias por la ausencia de oportunidades. Cosas convencionales en familias clase media o alta, son obstáculos gigantescos en entornos de pobreza.

Entonces encontramos que Verónica, con todas las dificultades que pueda tener – y vaya
En el Centro de Artes Integradas
que son muchas pues ella es una mujer con mucho sufrimiento a cuestas
- es capaz de manifestarnos que cree en la educación como herramienta para salir adelante. Nos insiste que a su nieto Samil le gusta la música o que su hijo Aarón dibuja muy bien, que ella misma desea emprender, pero también reconoce su necesidad de contención emocional. Y así, poco a poco, a cada uno de ellos les hemos ido brindando la oportunidad de ser niños, de participar en un plan vacacional, de ir en las tardes a formarse en artes, de establecer una jornada de salud en Ciudad Tablita para ser evaluados o ser atendidos por el psicólogo que logramos enraizar en pleno corazón de Caucagüita. Mucho por hacer, pero vamos avanzando paso a paso. Por eso, en Impronta  “generamos oportunidades que transforman vidas”.

Hasta aquí, el texto descrito era parte del editorial que redacté para el informe de gestión de Fundación Impronta, sin embargo, desde la fecha de publicación a este momento muchas cosas se han agudizado por la llegada del coronavirus. Lejos de congelarnos y dejar nuestro trabajo para otro momento, el compromiso con familias como la de Verónica se ha incrementado, respetando por supuesto la receta de aislamiento que la situación nos impone.

En medio de la adversidad, dos acciones concretas han nacido como respuesta a la crisis agravada por el Covid-19. Sin ser el tema alimentario nuestro foco, muy pronto en la cuarentena nos percatamos que las familias más vulnerables la iban a pasar aún peor pues dependen del ingreso que pueden levantar día a día. La necesaria cuarentena para protegernos del virus, afecta sobre todo a la economía de las familias más pobres. Si los grandes países con economías robustas han prendido la alarma, imagínense la repercusión en familias que ya venían pasando penurias.

Vista de Ciudad Tablita
Gracias a unos primeros recursos que llegaron sin buscarlos, iniciamos la campaña “Cuarentena en Caucagüita” que originalmente apoyaría a 5 familias, que estiramos a 15 y así - a la fecha de este post - hemos podido impactar en 107 familias que se traducen en 495 rostros, siendo fundamentalmente niños, adultos mayores y una increíble cifra de familias con algún miembro con discapacidad o enfermedad que limita sus posibilidades de estudio o trabajo. De todas esas familias, la cifra más alta (28%) corresponde a Ciudad Tablita, dando continuidad al trabajo allí avanzado y donde la familia de Verónica, con gran cantidad de bocas que alimentar, estuvo siempre en nuestro norte.

Pero la historia no termina aquí, porque cuando se suma y multiplica, los resultados no pueden ser sino más elevados. Íbamos a Caucagüita subiendo por un sector empinado llamado El Cují, justamente para hacer entrega del apoyo alimentario a las primeras 15 familias cuando me llama Silvia Itriago del Centro de Artes Integradas CAI, una de las principales alianzas que tiene Impronta para el desarrollo de talento de nuestros niños, donde hay 30 de ellos becados. Silvia, al igual que yo, se ha preocupado y movilizado bastante por la situación de los hijos y nietos de Verónica. Particularmente ha estado preocupada por Aarón, justo el primero de los hijos que Verónica me presentó por tener destrezas en las artes pero una condición probablemente neurológica que le hace meter una piernita. Desde el CAI, Silvia venía atenta también a la situación nutricional de ese hogar.

Hijos y nietos de Verónica rezan en nuevo comedor
Como decimos en criollo, “pa echá el cuento corto”  Silvia movilizó un primer financiamiento proveniente de padres y docentes de la Fundación de Acción Social del Colegio Integral El Ávila y en alianza con Fundana y por supuesto Fundación Impronta - donde contactamos a los líderes comunitarios que pudieran realizar la procura de alimentos, su preparación y el seguimiento - se creó un comedor en Ciudad Tablita en tiempo récord para dar respuesta al tema nutricional que nos preocupa de Aarón, sus hermanos y sobrinos. En medio de los mayores desafíos a nivel mundial, la solidaridad puesta en acciones genera resultados tangibles.

Aarón
Obviamente, esta necesidad ha repercutido al resto de las familias de la comunidad y al día de hoy nuestro reto es sumar a otros aliados claves, como Alimenta La Solidaria Petare para evaluar la viabilidad de escalar el programa y resolver no solo las dificultades de la familia de Verónica, sino a muchas otras más.

En fin, efectivamente son tiempos de resguardo y prudencia, pero que ello no limite nuestra capacidad de seguir proponiendo y generando oportunidades que transformen la vida de los más vulnerables.                 

23 de abril de 2020