viernes, 28 de marzo de 2014

Si tú fueras mago ¿qué harías?

Esta semana me ocurrió una de esas situaciones inéditas a las cuales está expuesto un papá en la Venezuela convulsionada y venida a menos como consecuencia del fulano “Socialismo del siglo XXI”. Miércoles por la tarde llego a mi casa en pleno momento en que las tareas están por terminar y la movida del baño y preparación de la cena a punto de arrancar. Me encuentro a Mimina - mi esposa - sola sentada en la mesa del comedor donde generalmente Ale (9 años) y Nando (7 años) hacen sus tareas cada tarde. Aprovechando la ausencia de ambos, Mimina me pela los ojos para que vea algo en el libro de tareas que tiene en frente. Son pocas palabras las que cruza: “mira la tarea de tu hijo hoy”.

Bernardo Andrés Luis (Nando) está en primer grado; ya lee bastante corrido, sin embargo, esas tareítas de comprensión lectora donde luego de leer tiene una serie de preguntas requieren de una paciencia especial, mas de los padres ciertamente. Ese día su tema tenía que ver con un mago llamado Chiviricoco. Luego de haber leído con su mamá, se quedó solo haciendo el esfuerzo de responder las preguntas. Cuando Mimina va a revisar se da cuenta que de primero respondió la pregunta 3) Si tú fueras mago ¿qué harías? La respuesta de Nando aún me genera todo tipo de sentimientos: “Aría que mi país tenga de todo”


Para quien esté leyendo esto, supongo que ha hecho una pausa en el párrafo anterior y le debe haber generado diversas reacciones. Evidentemente a mí como papá, todos los sentimientos habidos y por haber se me revuelven, pero por las diversas respuestas que al colgar la foto en redes sociales tuve, se que a todos nos toca está realidad diversas fibras. Unos me han demostrado haberse enfocado en la bondad de los deseos de mi hijito, a otros se les revuelve el estómago de pensar que nuestros hijos estén viviendo – por la ineficiencia y maldad de algunos – esta situación. Otros me cuentan que ellos saldrán fortalecidos de esto y algunos cuantos podrían inferir que los padres no deberían involucrar a sus hijos con la realidad dura del país. El hecho es que Nando nos movió el piso y sin embargo, como casi-siempre, procuro ver lo positivo de todo esto. Me conmueve sobremanera la forma en que redactó su oración y destaco el hecho de que a pesar de todo, Nando haya hablado de “mi país”. Pues eso es lo más cierto de todo, este es nuestro país, el único que tenemos, la única nacionalidad con un pasaporte a nuestro nombre; pero por sobretodo, es el país que nos han enseñado a amar, en el que hay una tradición arraigada a trabajar por él con honestidad y una historia en cada rincón que hayamos pisado de su tierra.

Ese día, ese miércoles, la tarea de Nando no fue la única conexión con Venezuela que vivimos como familia. Horas más temprano, Mimina había sostenido una conversa por teléfono con la esposa de un primo mío. El tema: el bendito plan B. Por supuesto que las mujeres, mas aterrizadas y menos románticas que estos hombres con sus particulares genes Guinand, ponían la mirada en el futuro y “lo mejor para los hijos”. A la final se dieron cuenta que ambas habían hablado con nosotros exactamente los mismos puntos y que tanto Juan como yo habíamos coincidido en respuestas. La primera inquietud en la cual coincidían era en descubrir cual era nuestro límite, ¿qué tendría que pasar para decidir irnos de aquí? Al final, Juan fue muy claro en comentar que no se ve trabajando en otro país viendo lo que ocurre en Venezuela sin poder hacer nada.

Otra cosa en la cual coincidimos, además de ese amor particular que nos han inculcado por este país, es que aquí, más que trabajo, algunos tenemos proyectos de vida y que justamente por la difícil situación que vive Venezuela, nuestro aporte no puede ser más relevante en ningún sitio sino aquí.
Por supuesto, las dos esposas de este par de Guinand no les quedó otra que reír y comentar que hemos sido cortados por la misma tijera. Y por supuesto que tampoco sé que ocurrirá a futuro y cual será nuestro destino. Hoy escribo estas letras mientras en Venezuela siguen asesinando a personas por pensar distinto, torturando jóvenes para sembrar miedo al más burdo estilo de las dictaduras del siglo XX y poniendo presos a políticos para truncar las vías democráticas.

Y si yo fuera mago ¿qué haría? Ciertamente, con el modelo que he tenido poco creo en soluciones fantásticas y apuesto por el estudio, el trabajo y las aspiraciones para construir país. Yo lo que haría es dar una oportunidad, la oportunidad de cambiar las cosas. Necesitamos que se nos abra una ventana para demostrar que podemos encaminar a Venezuela hacia el progreso, necesitamos que se abra una oportunidad de construir un país para TODOS. El trabajo no será fácil, pero pido todos los días a Dios que en algún momento se revierta este proceso destructivo y podamos empujar un país hacia adelante donde cada quien progrese y que el esfuerzo honesto que ponga cada quien sea el único límite para las aspiraciones individuales y colectivas.

Una oportunidad, eso haría, dar una oportunidad de viraje para que mi país – y el de mis hijos – tenga de todo, para todos.