jueves, 26 de marzo de 2015

Gerencia de pasillo

Si hoy alguien me preguntara qué estrategia gerencial me ha sido útil en mi vida, sin dudarlo diría: Gerencia de Pasillo.

En 1999, cuando trabajábamos en el modelo organizacional para el Centro de Salud Santa Inés UCAB meses antes de su apertura al público, María Matilde Zubillaga me invitó a que la acompañara en esa filosofía que ella denominó gerencia de pasillo y que no era otra cosa sino estar presente.

La propuesta no me parecía para nada ajena, pues el otro mentor del proyecto, el P. Luis Azagra SJ, aplicaba algo parecido en los pasillos y oficinas de la UCAB que tuve el gusto de constatar y apreciar mientras trabajaba en la administración de la universidad, siendo aún estudiante. De hecho, esa práctica de Azagra permitió conocernos y de allí que me propusiera trabajo años más tarde. En fin, esta estrategia le daba a Azagra la oportunidad de conocer a la gente y ser cercano.

Durante mis años en Santa Inés, la gerencia de pasillo ha tenido diversas fases y motivaciones. Aunque en esencia siempre ha sido lo mismo: “estar allí”, cada período ha tenido un enfoque y un gusto diferente.



En los inicios de la institución el foco estuvo fundamentalmente en nuestro personal. La esencia, según rezaba el modelo que compartía María Matilde, estaba en dar los buenos días a nuestra gente. Fundamentalmente eso, dar los buenos días. Tan sencillo y a la vez tan potente cuando se hace día tras día. No se puede dudar que en esos primeros años esta iniciativa tuviese un acentuado efecto de supervisión. Aunque el foco no estaba en controlar, esa presencia cotidiana ejercía un mecanismo supervisor automático, pero no de una manera punitiva, sino más bien de modelaje. Estar presente, saludar, enterarse de las anécdotas, los chismes. Es decir, estar encima de la obra pero a través del acompañamiento.

Esos primeros años, el equipo gerencial se fajó realmente en dar el ejemplo. Llegar a primera hora a “abrir el centro” se convirtió en un patrón y los buenos días como modelo fue penetrando en la filosofía, dando una altísima legitimidad a quienes lo practicábamos.   
El segundo gran período de mi experiencia en gerencia de pasillo fue como subir un gran escalón. Las dudas sobre si lo que se hacía inicialmente era pura supervisión, se fueron disipando a tal punto, que entonces nuestros empleados empezaban a reclamar cariñosamente si algún día no pasaba a saludarlos. El efecto de la constancia de los primeros años cobraba buenos dividendos.

En este período, el énfasis consistió no solo en dar los buenos días, sino que se empezaron a resolver diversos asuntos gerenciales en los puestos de trabajo. Nuestro equipo humano de alguna manera se acostumbró a que la gerencia estaba al alcance todos los días y con tener un bolígrafo y un papelito en el bolsillo bastaba para anotar las diversas cosas que iban sucediendo y necesitaban solución: el equipo que le falta mantenimiento, los nuevos procedimientos que se pueden aplicar en determinada área, los técnicos que desean que se revise su bono de productividad y así miles de cosas más que luego iba derivando a quien corresponde dar solución.

El tercer período ha sido uno de los descubrimientos más fascinantes y consistió en tomar conciencia del gusto del servicio. Ha sido un período muy enriquecedor y orientado fundamentalmente a los pacientes. Aunque desde el inicio incluimos a nuestros pacientes en el saludo de todos los días, algo así como en el noveno año en que ya venía haciendo los recorridos de pasillo empecé a percatarme del impacto que tenía esa visita en las personas a quienes servimos. Empecé a escuchar rumores en la cola de caja de gente que decía “por eso es que esto funciona bien”, “eso se hace todos los días”, etc. Y también me empecé a dar cuenta que cuando iba caminando aún lejos de algunos pacientes, se iban acomodando cuando me veían pasar para devolverme el saludo. Sobretodo las “doñitas” ponían su mejor sonrisa al verme pasar y me dejaban saber que no era la primera vez que les brindaba un saludo.

Ese año me impactó mucho un señor a quien atendí una vez en el pasillo por una queja. Venía de Barquisimeto y estaba muy molesto porque tuvo algún inconveniente. Su queja se canalizó y se pudo resolver, luego lo vi meses después en el laboratorio y a viva voz me dijo que había vuelto por mí, pues había resuelto una vez su problema por haber estado en los pasillos.

Los pacientes se volvieron mi debilidad y el motivo de mayor fuerza de la gerencia de pasillos; sin embargo, en cada fase nunca se dejaron atrás las premisas previas: el saludo, atender los asuntos de los servicios y el personal y ahora los pacientes.
Gracias a esa experiencia de encuentro con los pacientes nacieron luego dos iniciativas que se han logrado institucionalizar en el Centro de Salud Santa Inés UCAB. En primer lugar, se creó la coordinación de apoyo al paciente como respuesta a esa necesidad de muchos de nuestros usuarios de ser escuchados, orientados o asistidos económicamente. Afortunadamente, para el momento en que esta idea me venía a la mente llegaba la Hermana María del Carmen Pariente – Pari – buscando trabajo en CSSI. Y así nació esa coordinación cuya oficina se mudó permanentemente a los pasillos, donde debía estar. Hoy ya Pari ha sido relevada de su cargo, manteniendo la esencia y la presencia de un equipo en esos pasillos, más allá del tiempo que un gerente puede dedicar a su recorrido diario.

La otra iniciativa que nació de esa vivencia fue la campaña Amigo Solidario como estrategia de recaudación de fondos para apoyar a los pacientes más vulnerables que nos visitan y que gracias a esa gerencia de pasillo hemos sabido identificar y tender una mano.

Siempre he creído en la gerencia de pasillo, pero en las últimas semanas he tenido la certeza que es definitivamente el elemento que más ha repercutido en mi gestión y por el cual cierro una fase de mi vida con el corazón lleno de agradecimiento. Creo que haber “estado allí” es algo que de cara a mi personal, médicos y pacientes, nadie me puede arrebatar. Para gerenciar hay que conocer a la institución que lideras y eso a mí me lo brindó este tipo de gerencia.

Termino estas líneas a escasas horas de dar mi último recorrido formal como gerente por los pasillos del Centro de Salud Santa Inés UCAB. Ahora me tocará recorrer otras realidades y probablemente cambie pasillos por algunas calles aún sin asfaltar del Municipio Revenga del Estado Aragua, siguiendo las recomendaciones del Papa Francisco: salir a la periferia para ir al encuentro de los demás. Cambiaré el escenario pero no esta herencia tan fructífera que he recibido y cultivado y que hoy también dejo como principal legado para quienes seguirán mis pasos y para todo aquel a quien pueda ser útil esta experiencia.

jueves, 5 de marzo de 2015

Despedida

Caracas, 02 de marzo de 2015

DESPEDIDA


Apreciado equipo humano de Santa Inés:

Las personas pasan, las instituciones quedan. Eso es una realidad deseable en toda sociedad y que muy sanamente hemos podido constatar en nuestro Centro de Salud Santa Inés UCAB. 

Hoy me toca a mí decir adiós. Luego de 16 años comprometido con este proyecto, ahora me toca a mí pasar para asumir nuevos retos profesionales y dejar que Santa Inés siga creciendo y fortaleciéndose como institución. No me cabe la menor duda que mi carta de despedida va dirigida a cada uno de ustedes, quienes aceptaron el reto de construir el mejor centro de salud de Venezuela. Ha sido un verdadero honor haber estado al servicio de ustedes y que me permitiesen constatar la meta más ambiciosa de mi gestión: demostrar que podemos tener un mejor país. ¡Así de simple! ¡Así de contundente!

No puedo ocultar que me voy con una gran sonrisa en la cara. Sonrisa que no es otra cosa sino el acumulado de sonrisas agradecidas que veo todos los días cuando doy una vuelta por Santa Inés. Sonrisa de saber que aquello que una vez fue el sueño de unos pocos, hoy es una realidad para muchos, convertida en organización. Una organización, que a pesar de las dificultades que nos ha tocado recorrer, está sólida en cimientos y valores. 

Tocará aún transitar, al menos, varios años difíciles. Nunca dejen que los invada la desesperanza ni el conformismo. Y eso es tarea de todos. Para ello solo dejo una sencilla recomendación, nunca pierdan de vista nuestro norte: nuestros pacientes. Hablar con ellos nos permite recordarnos cada día la razón de ser de esta institución, servirles a ellos es servir a Dios (Mt 25,31-45). Nunca se priven de ese gran gusto que San Ignacio acuñó en una sencilla frase "En todo Amar y Servir". 

Cierro esta sencilla carta de despedida disculpándome por aquellas cosas que no salieron del todo bien o si alguna vez no fui lo suficientemente cercano a cada uno de ustedes. Pero sobretodo culmino estas líneas diciéndoles de corazón: ¡mil gracias! Ha sido un verdadero privilegio trabajar con el mejor equipo humano que cualquier gerente pueda soñar, cada quien desde su responsabilidad y con sus talentos, cada quien con su tarea encomendada y su personalidad. La diversidad, lejos de separarnos, nos acerca y complementa. Y eso es Santa Inés. Nunca pierdan ese horizonte.

Una vez más, mil gracias. Ha sido un honor ser, más que un gerente, un Amigo Solidario de esta maravillosa obra. ¡Los aprecio de corazón! 

Bernardo Guinand Ayala

domingo, 1 de marzo de 2015

Decisiones

Hace ya muchos años, solíamos pasar las vacaciones familiares de agosto en Chichiriviche, Edo. Falcón. Recuerdo un año, en que un cassette de Rubén Blades de alguno de mis primos - probablemente de su mejor disco "Buscando América" - sonaba una y otra vez en el reproductor que estaba en el corredor de "La Burra Blanca", la casa a la cual llegamos tantas veces y que quedaba casi encaramada en el mar frente a los Cayos de Morrocoy. Muchas canciones de ese cassette me encantaban, pero particularmente "Decisiones" se convirtió en una de mis canciones favoritas para toda la vida y aún subo el volumen de la canción cuando el aleatorio del iPod la selecciona.

Hoy, la palabra que da título a esa canción - Decisiones - retumba más fuerte que nunca. Todos los días tomamos decisiones en mayor o menor medida, pero esta semana he tomado la decisión más relevante que haya asumido en muchos años: me despido del Centro de Salud Santa Inés UCAB. Me despido del único trabajo que he tenido, hasta ahora, como profesional. Me despido de la obra que he visto nacer y crecer. Me despido de 16 años abocado a un sueño que se convirtió en realidad y en modelo. Me despido con el gustico de 1.400.000 servicios prestados con dignidad, que se traducen en rostros que he visto pasar cada día desde 1999. Me despido con la convicción de haber tendido puentes desde un lugar maravilloso llamado Parque Social P. Manuel Aguirre SJ.


Paradójicamente, aunque titulé este post "decisiones" no pretendo esbozar aquí todas las razones que me llevan a este cambio, más allá del motivo fundamental: seguir creciendo y dejar crecer. Seguir apostando por este país llamado Venezuela. Seguir apostando a la actividad profesional orientada al servicio a los demás. Seguir apostando al fortalecimiento de la sociedad civil, pasando de "Santa Inés" a "Santa Teresa".

Esta semana, como lo he venido haciendo todas las semanas desde 1999, recorrí los pasillos del Centro de Salud Santa Inés UCAB para saludar a nuestros pacientes y particularmente a nuestros empleados y médicos. Pero esta vez para transmitirles mi decisión e informarles que marzo será mi último mes de trabajo desde este centro de salud que me dio el chance de crecer. No puedo expresar con palabras lo que siento del feedback de mi gente. Lágrimas, caras de shock, ánimos, respaldo, negación, abrazos, correos..... Solo puedo expresar que doy gracias infinitas a Dios por sentir, después de unos significativos años de gestión, que he dejado algo. El cariño demostrado en todo tipo de comentarios y sobretodo en cada mirada me deja un maravilloso sabor en la boca y la satisfacción de haber cumplido. Doy gracias infinitas a todo ese equipo, por la confianza y por hacer del CSSI y de todo el Parque Social UCAB un signo de esperanza. Doy gracias infinitas a los jesuitas Azagra y Ugalde por creer en mí, mostrarme su sueño y convocarme a construirlo. Así podría seguir nombrando a cientos de personas una a una, pero hoy lo dejo aquí. Hoy me quedo con los rostros, las lágrimas y el gusto de "en todo, haber amado y servido"



Y aunque en la canción de Rubén Blades, las anécdotas expuestas son bastante diferentes a la mía, queda claro que cada decisión es una apuesta, con sus oportunidades, sus retos y sus riesgos. En fin "Decisiones, todo cuesta, salgan y hagan sus apuestas, ciudadanía". Y sigo apostando por mi, por Venezuela, por los retos que están por venir desde la Fundación Santa Teresa y por el equipo que queda al frente del Centro de Salud Santa Inés UCAB.