viernes, 15 de julio de 2016

“El Relevo” Discurso por los 37 años del IPN

(Discurso dado por mi papá Eduardo Guinand Baldó 
con motivo de cena pro-fondos por los 37 años del 
Instituto de Previsión del Niño)

Cuando mis hermanos Alfredo y Alberto estaban cerca de cumplir los 73 años, cada uno en su momento, estaban convencidos que les faltaba poco para dejar este mundo puesto que papá y mamá habían muerto a esa edad. Yo no lo asumí de esa forma tan radical puesto que a ellos no les pasó. Ya esa especie de conjuro había caducado.

Es así que la próxima semana, el 20, piso la década de los 80. Y la piso esperanzado, pues más allá de los años recorridos está el legado que se pueda transmitir. Y hoy para mí ese legado está muy presente en este encuentro que celebramos por los 37 años del Instituto de Previsión del Niño.

Eduardo Guinand Baldó en pleno discurso
Volteamos hacia atrás y esa larga historia parece que ha pasado más rápido de lo imaginable, pero también ese tiempo ha sido vida y en ella hemos acumulado un sin fin de experiencias que nos permiten decir que hemos vivido y que no terminaremos de hacerlo mientras soñemos y nos comprometamos con lo mejor, para lo mejor.

Pasamos de un régimen dictatorial a uno democrático en el que la libertad adquirió un valor importante y nos encaminaba por una vía de desarrollo para el país y un crecimiento que beneficiaba a todos con la explotación y apropiación de nuestras riquezas naturales que a la vez nos ponía en contacto con un mundo cada vez más entrelazado.

Si bien hemos tenido grandes aciertos no son menos notorias la debilidades, omisiones y fallas, sin embargo, Venezuela creció en educación, salud, cultura, instituciones pensadas para la gente y personas ocupadas por los otros.

Betty Urdaneta de Herrera C. y Eduardo Guinand Baldó
fundadores del Instituto de Previsión del Niño
Así hemos llegado al día de hoy. Recuerdo que hace algo más de 37 años, la Sra. Herrera – a quien no conocía directamente – me invitó a colaborar en el sueño que tenía de crear una Asociación Civil avocada a los niños y que perdurara más allá de su paso como Primera Dama. Doña Betty buscaba gente afín al tema social más que al mundo político y así fuimos contactados cada uno de los fundadores por diversas maneras. Meses antes, la Sra. Herrera había conocido la Casa Hogar de Niñas Ciegas en El Junquito, cuyo proyecto me había tocado liderar. Ese encuentro, así como la cercanía mutua con Laura Febres, fue el disparador para conectarme con el Instituto, y desde mayo de 1979 hasta el día de hoy sigo agradecido con Betty por la confianza depositada en mí para acompañarla como vicepresidente del IPN.  

Si bien siento que como sociedad, a menudo no apreciamos lo que hemos hecho y estamos más atentos a las carencias que a los logros, hoy es un día diferente. Hoy es un día propicio para reconocer lo que hemos hecho, enmendar y apuntar nuestra acción hacia el futuro.

El IPN está aquí con ánimo de renovación y actualización. Conscientes de haber dado, todos los que a lo largo de estos 37 años hemos formado parte de él, lo mejor de nuestro esfuerzo por cumplir los objetivos con los que arrancamos y de haber trabajado por una sociedad más justa. Para nuestra mayor alegría, se nos suma el apoyo de nuevas generaciones que con su entusiasmo joven y entrenado para la tarea que tienen en sus manos, enfrentan los retos de una nueva época y de un país, que como en los albores de la democracia, demanda gran compromiso, trabajo y suma de voluntades.

Para lograrlo contamos con la colaboración, el entusiasmo, la ayuda, el ánimo de los que hoy nos acompañan. Esta noche, esta cena, es un logro en sí y lo recaudado significa un aliento inmenso para una organización como la nuestra. Pero esta noche no es el punto de llegada, sino una enorme posibilidad de transmitirles que estamos en este proceso de renovación y que el Instituto de Previsión del Niño desea prepararse para el momento histórico que nos demanda nuestra golpeada Venezuela.

Hoy nos acompañan familia, amigos, gente exitosa de las más variadas áreas productivas; personas expertas en el mundo de la salud, como de la niñez; allegados de mi generación, como algunos muchos más jóvenes. En fin, en este espacio se ve reflejado el talento venezolano necesario para salir adelante. Somos unos cuantos, pero con orgullo vemos alrededor y está presente uno de los mejores chef del continente, un diputado que se la juega por el país, agricultores que siguen sembrando, empresarios que siguen invirtiendo y todos, absolutamente todos, deseosos de colaborar. Decía que esta noche no es el punto de llegada. Queremos que cada quien, con su área de experticia y sus posibilidades se sienta invitado a convertir al IPN en una organización útil a las necesidades que están transitando los venezolanos menos afortunados.

La Iglesia nos invita a atender a los que están sufriendo graves carencias de diversa índole en nuestro país y a tener gestos concretos de solidaridad entre todos como hermanos.

Ante la emergencia actual tenemos que salir al encuentro del otro. El Papa Francisco en este año de la misericordia nos recuerda: “Les animo a que estén atentos a las personas que necesitan ayuda. Sean para ellos el rostro fraterno y misericordioso de Jesús”

Que esta situación catastrófica nos obligue a hacer milagros humanos que produzcan transformaciones que cambien la vida y la comodidad diaria. En este momento de profundo drama nacional hay que ayudar en solidaridad para vencer la violencia, la resignación y la desesperanza. Transformarnos en protagonistas de los cambios en nuestra historia y nuestra cultura.

Los fundadores y el relevo
Doy gracias a Dios por mis hijos en quienes he depositado grandes esperanzas, hoy muy especialmente por Bernardo y María Beatriz – hija de la Sra. Herrera - quienes con su insuperable espíritu de servicio y sensible a los sufrimientos de los otros, continuarán la tarea que emprendimos un grupo de soñadores y a quienes acompañaré en su misión a favor de los más necesitados. Pero ese agradecimiento se hace más amplio cuando veo que los hijos de muchos de los fundadores se han sumado de diversas maneras, ya sea incorporándose a la junta – como el caso de Luis Guillermo Boggiano – así como aportando y dando ideas al alcance de sus posibilidades y talentos desde cualquier rincón del mundo donde se encuentren. Allí están también mis hijas que no pudieron llegar hoy a acompañarnos, así como Carolina Febres – hija de Laura – y los Reyes Zumeta, que afortunadamente si acompañan hoy a su mamá.

Contamos con todos ustedes para seguir adelante en la construcción de una nueva realidad en nuestro país. Contamos con ustedes para que el Instituto de Previsión del Niño se prepare para los próximos 37 años.

¡Muchas gracias!

Eduardo Guinand Baldó

13 de julio de 2016