viernes, 5 de febrero de 2021

Mirada esperanzadora


 

Bernardo Guinand Ayala

 

Acción, suspenso, drama, terror o comedia. ¿Qué tipo de película venimos escribiendo en Venezuela? Si tuviéramos que entregar algo así como los premios Oscar de la Academia, la categoría del “Año más complejo” sería, sin duda, una de las categorías más disputadas y en la que cada año, tal como sucede en Hollywood, parece que los directores se esmeraran por elevar el nivel de la producción. 

 

Recordarán el 2017, un año extraordinariamente complejo y gran candidato al premio. En medio de ese turbulento año nació Fundación Impronta con muchos sueños, algunas ideas plasmadas en un papel y muy pocos recursos. La adversidad no nos frenó y aquí estamos hoy. Recientemente cerró el 2020 y como ya suele ser costumbre, la complejidad no dejó de ser amenaza, convirtiendo nuestro ya espinoso acontecer nacional en una crisis de categoría mundial. Pero incluso al finalizar sus días, a alguna de nuestras colaboradoras le escuché decir: “ha sido el mejor año que hemos tenido” evaluando lo alcanzado a pesar de las dificultades. Y en medio de esta pandemia llegamos a celebrar nuestro cuarto aniversario, con más preguntas que respuestas, con dudas pero con planes y sobre todo, llenos de esperanza.

 

Hace un buen tiempo vengo leyendo algunos escritos de un dramaturgo y político checo – Vaclav Havel - que dedicó parte de sus discursos y obras a hablar de la esperanza. Reconocía, que la esperanza no es objetiva, no es algo que se basa en hechos concretos ni en análisis acertados del futuro. Tampoco es algo que se encuentra en el entorno, en los signos externos que nos permitan visualizar un mejor horizonte. ¡No! La esperanza es algo que nace dentro de uno, que algunos la tienen y puede que otros no. Es como un don. Y ese don permite que aunque objetivamente veas el camino oscuro, gris y sin ninguna señal real de que las cosas vayan a cambiar para mejor, aun así esa fuerza te mueve hacia adelante para hacer lo que crees que debes hacer y para siempre tener una mirada esperanzadora de ese futuro que deseas. Incluso cuando año a año sigan superándose con la categoría al más complejo de los premios Oscar de la Academia.

 

Impronta, como fundación, evidentemente tiene planes y proyectos que pueden ser medidos en su alcance y eficacia, pero creo, que en este momento de Venezuela que nos ha tocado vivir, Impronta es por sobre todo una especie de faro que alumbra de esa necesaria esperanza para poder seguir, para soñar, para construir juntos, para preocuparnos y ocuparnos por quienes puedan vivir en una Venezuela más digna, más solidaria y más constructiva.

 

En la Isla de Okinawa, en Japón, viven unas de las personas más longevas del planeta. En algún momento hicieron un estudio y en promedio la gente vivía 7 años más que sus similares en América. Estudiaron que hay muchas razones para ello como su alimentación, sin duda deben vivir más tranquilos y relajados que nosotros aquí en Caracas y también se percataron que la palabra “retiro o jubilación” no existe en su vocabulario. El deseo de mantenerse útiles es clave para ellos. Por otra parte, tienen una palabra en su léxico que tiene un significado muy poderoso para ellos. Esa palabra es lo que ellos denominan Ikigai cuya traducción al castellano sería algo así como “la razón por la que te levantas cada mañana”. La idea de tener un propósito, por sencillo que parezca es un elemento decisivo en sus vidas y en su longevidad. No hay que tener como meta llegar a la luna sino, en cada etapa de tu vida tener una razón importante y tangible que te entusiasme cada día: cuidar y ver crecer a tus nietos, impulsar el sueño de esa guardería en la que invertiste tus ahorros, enfocarte en esos estudios que te permitirán apuntar a un Ikigai aún más grande, impulsar el deporte, la cultura o la educación en tu comunidad, transformar un espacio en desuso en un laboratorio para generar oportunidades de transformación en la vida de los jóvenes.

 

En fin, tantos propósitos que nos pueden animar a saltar de la cama para procurar alcanzarlos, aún en medio de las adversidades. Cada uno de nosotros tendrá los suyos propios, pero sé que en conjunto, agrupados bajo ese paraguas de valores y sueños que representa Fundación Impronta, seguir siendo sembradores de esperanza donde otros ven oscuridad es un propósito que vale la pena y que sería nuestro mejor regalo de cumpleaños.

 

Probable y objetivamente, este pueda parecer otro año para una película de drama o incluso de terror, pero que nuestra mirada esperanzadora nunca deje de ser ese faro que alumbra para que las generaciones futuras puedan vivir una Venezuela con más películas llenas de alegrías y superación. ¡Gracias a todos y feliz cumpleaños Impronta!

 

          5 de febrero de 2021