domingo, 24 de mayo de 2015

Carta abierta a Ander De Tejada

Estimado Ander:

No nos conocemos, sin embargo esta semana he leído la columna Miradas del domingo pasado en Ciudad CCS que titulaste “La educación privada y su pertinencia” http://www.ciudadccs.info/2015/05/17/epalemiradas-6/ y como ucabista, trabajador abocado a lo social, pero sobretodo como venezolano que apuesta al encuentro, me tomo el atrevimiento de escribirte estas líneas como réplica, quizás sin tener la tribuna comunicacional que tú tienes, pero al menos esperando que lleguen a ti.

Sinceramente creo que el relato de tu visita a la UCAB lo tenías pre-elaborado antes de hacer las peripecias que nos cuentas. Te hizo falta ir hasta la universidad solo para darle un matiz anecdótico a tu historia. Si como reportero, periodista o simple curioso hubieses buscado mayor objetividad para nutrir tu columna te hubieses dado cuenta de otra realidad y hallazgos maravillosos que lamentablemente no mencionas. Siento además, que en los duros momentos que vive nuestra Venezuela, tu pluma en nada ayuda a superar los graves problemas que tenemos, sino que alimenta – además de forma poco sensata – la división y la polarización.

Me duele tu columna pues conociendo y habiendo trabajado por más de 16 años en los programas de extensión social de la UCAB tengo que decirte que obviaste una realidad inmensa que tenías enfrente y te ha podido invitar a sumar, más que a dividir. Tu relato comienza hablando del vigilante de la universidad que no te dejó entrar, a ese que calificas como “dios-señor-rey parado en el portal” ¿Sabes que la gran mayoría de esos dioses-señores-reyes son gente de Antímano? Reclamas a estudiantes hablar despectivamente de la gente, pero ¿tú comienzas tu artículo haciendo lo mismo? ¿Sabes que entre los vigilantes de la UCAB hay muchos de tendencia oficialista pero con años de servicio en esa casa de estudio? Esto sin mencionar que lamentablemente todas las medidas de seguridad que se aplican ahora en cualquier lugar, son producto de la galopante inseguridad en la cual estamos inmersos TODOS los venezolanos. ¿De quién es esa responsabilidad? Valdría la pena un buen artículo. O por otro lado, con el mismo pretexto que usaste para entrar a La Católica – vale la pena destacar que efectivamente entraste - ¿has tratado de entrar en el Hospital Cardiológico Infantil? Échale pichón, usa la misma técnica y luego me cuentas.      

Foto cortesía de Ciudad CCS
Apreciado Ander. Una de las cosas que más me llamó la atención de tu artículo fue que publicaron una extraordinaria foto del Centro de Salud Santa Inés UCAB con la Parroquia Antímano de fondo y ni siquiera lo mencionaste. Esta obra, enmarcada en un gran proyecto llamado Parque Social Padre Manuel Aguirre SJ, se creó para brindarle servicios a la comunidad y servir de puente entre la academia y la sabiduría popular. ¿Sabías que el Parque Social se construyó e inauguró antes de que Chávez llegara al poder? ¿Sabías que la convicción de la UCAB por ajustar su pensum a la realidad del país es previa a esta revolución?

Me hubiese encantado que entraras al Parque Social y visitaras tanto el Centro de Salud Santa Inés UCAB como el resto de las unidades que conforman este complejo. Aun siendo parte del campus de la universidad, es un espacio abierto al público, así que eres totalmente bienvenido. Yo, por ese sueño de seguir trabajando por este país quise ampliar mis horizontes y ahora me dedico a trabajar en zonas populares del Estado Aragua, pero cuando quieras te acompaño a una visita a este Parque Social. Sus visitantes y usuarios son fundamentalmente de las parroquias Antímano, La Vega, Caricuao y Macarao, aunque ahora llega gente de todo el país. Allí hay asesoría jurídica gratuita para la gente y se hace con estudiantes de la UCAB. ¿Sabías que del SENIAT refieren a la gente más humilde allí? Prestamos también apoyo psicológico, pedagógico, asesoría económica, voluntariado en distintas áreas, todo enlazando un equipo profesional abocado a ello con estudiantes de la universidad. Y no es para “contaminar a los chamos del barrio con filosofías liberales” como mencionas, no mi pana, es para apoyar a la gente a resolver sus problemas y además, enseñar a los estudiantes ucabistas la realidad de este país.


El Parque Social UCAB visto desde la pasarela que lo
comunica con la UCAB
Del Centro de Salud Santa Inés UCAB podría encadenarme escribiendo páginas y páginas, pues tuve la fortuna de ser su director administrativo y luego director general desde que se fundó en 1999 hasta hace muy poco. Nuestras memorias y cuentas están a la luz pública pero te doy algunos datos. Sin ningún apoyo del Estado cada año prestamos más de 115.000 servicios médicos de distinta índoles, desde 28 especialidades médicas hasta servicios complejos como tomografía, mamografía, rayos X, laboratorio. Nuestros datos te pueden hablar que los primeros beneficiarios son esos que tú dices que “no nos quieren”. Pues año a año, un 33% de nuestros pacientes son de Antímano. Luego sigue La Vega 20% y Caricuao 16%. Más bien la sorpresa es la cantidad de gente humilde que nos llega de lugares como Güiria, Carúpano, San Félix, La Guajira por solo comentarte con quienes yo he hablado personalmente, no “lo que me contaron”.

¿Sabes que el CSSI UCAB cuenta con un tomógrafo nuevecito? Lamentablemente no encontramos recursos para financiarlo con apoyo del gobierno. Ha sido la empresa privada, esa de la que hablas con tanto desprecio, la que permitió su adquisición ¿Sabes de donde es la mayoría de los pacientes que usan nuestro tomógrafo? Son niños con cáncer referidos del Hospital de Niños JM de los Ríos y cuyo financiamiento lo asume otra fundación privada sin fines de lucro abocada a tal enfermedad. Fíjate mi pana, te estoy hablando de por lo menos 3 instituciones privadas – la que financia el equipo, la que hace los estudios y la que paga parte del costo (porque cuesta y mucho) – que no perciben utilidad alguna y que no hacen sino aliviarle parte de la carga al Estado. Ander, hasta echar una mano en estos momentos se nos ha puesto cuesta arriba y tú te mandas ese artículo cargado de malas intenciones cuando esta vaina la echaremos pa´lante es entre todos. Si, este país nos exige que tú y yo nos entendamos y que haya cabida para universidades públicas y privadas, inversión pública y privada, así como también espacios para aquellos que trabajamos desde las instituciones que no aspiran a lucro sino al bienestar de la colectividad.

A ver, en CSSI también tenemos un servicio diferenciado para adolescentes que busca prevenir el embarazo. Aparte de la Maternidad Concepción Palacios, es el único servicio de esta naturaleza en el oeste de la ciudad. Y esto lo hace una universidad que ni siquiera tiene facultad de medicina. ¿Y sabes? este servicio cuesta, nos cuesta mucho, pero por asesoría de órganos como el Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas UNPFA nos enfocamos en hacerlo gratuito para el destinatario, pues es una barrera importante en este caso. Ahora bien, gratuito no es que no cuesta, es que debemos buscar financiamiento para hacerlo. Hace un par de años presentamos un proyecto de financiamiento al BID, pero se quedó engavetado en el despacho del Ministro de Planificación esperando el aval del gobierno nacional. Nuevamente, sumando de a poquito entre conocidos, entre empresas privadas y a través de una campaña llamada Amigo Solidario hemos podido mantener el programa con unos niveles de éxito increíbles. Por cierto, tú también puedes ser un Amigo Solidario, es una campaña que busca la suma de mucha gente que tiene la oportunidad de dar un poquito para costear estudios de otros que tienen menos. Esto probablemente es más cercano a ese socialismo que predican, realizado de manera callada sin la exposición publicitaria en vallas que solo queda en palabras. Esto es en serio y basta con hablar con alguno de nuestros pacientes para darte cuenta.

Mira, en el Centro de Salud Santa Inés y en la UCAB efectivamente cobramos. Si mi pana, aquí no hay subsidios, pero al vigilante de la entrada, ya sea de Antímano o Caricuao, oficialista o no, hay que pagarle cada quincena, al igual que a profesores, médicos, enfermeras, recepcionistas, etc. El mantenimiento del tomógrafo y los insumos médicos cuestan una fortuna, si los encontramos. Todo cuesta, solo que en algunos casos se notan esos costos reflejados en una matrícula y en otros, nadie muestra cuánto cuesta. Sería extraordinario saber cuánto le cuesta al Estado un estudiante en la Universidad Bolivariana. Sería un buen reportaje para Ciudad CCS. Hace muchos años, desde la UCAB se hicieron algunos ejercicios comparativos y en las universidades públicas el costo era varias - pero varias veces - mayor que en la UCAB. ¿Sabías además, que un chucuto subsidio que se daba para becas a estudiantes menos favorecidos económicamente, este gobierno lo eliminó? Y todo esto sin contar que lo que verdaderamente está “desangrando a la gente” (usando tus palabras) es la desbocada inflación que el gobierno no ha podido frenar. Lejos de eliminar la empresa privada o pensar en expropiar la UCAB, lo que necesita el gobierno es que existan muchas más empresas y muchas más universidades que le ayuden a sofocar esta crisis en que estamos metidos.

Mensajes en la entrada a Parque Social.
Mayo 2014
 
Esto se está haciendo largo y tengo tanto por decirte Ander. En tu artículo también mencionaste lo que ocurrió en mayo pasado casi a las puertas de la UCAB. A mí no me lo contaron, yo estuve allí. Aquí no hay esa división de Antímano y la UCAB que tú quieres dibujar. Ese día, 5 pelagatos fueron los que se acercaron al puente que accede a la UCAB y déjame decirte que si eran violentos. Unos poquitos mi estimado, pero los tiros hacen tal ruido que le da culillo a toda una población. Ellos no representan Antímano, pero frente a mí – pues desde el Parque Social lo vimos todo – un tipo desenfundó su arma y la vació hacia la cerca donde estudiantes estaban agolpados. Y no había cauchos quemados, ni pacientes en el Cardiológico asfixiados como te contaron, pues nosotros también representamos un centro de salud y no hubo ese inconveniente. Lo más triste ese día no fue lo que ocurrió afuera, sino percibir en tu propia institución la polarización cuando uno de nuestros empleados pro oficialista gritó a favor de la violencia. Fue muy triste mi pana, ver tanta ira reflejada. ¿Pero sabes? Ese señor sigue allí trabajando y recién ayer vi que le hicieron una entrevista en el blog de la institución. ¿Eso acaso no es tolerancia? ¿No crees que es una demostración del camino que estamos dispuestos a seguir los que queremos la paz? 

La relación entre la UCAB y Antímano es de plena hermandad. ¿De donde crees que son nuestros trabajadores? ¿De dónde nuestros pacientes y beneficiarios? En tu columna dices: “La comunidad de Antímano expresó que no quiere a la UCAB dentro de su espacio” ¿Quién lo dijo? Una aseveración sin base sólida no solo hace un gran daño sino que te resta credibilidad. Te puedo mencionar que el año pasado se llevó a cabo un estudio en las 5 parroquias circunvecinas a la UCAB (Antímano, La Vega, Caricuao, Macarao y El Paraíso del municipio Libertador) que suman más de 600.000 habitantes. Una investigación de verdad con todos los requerimientos para arrojar datos fidedignos, de hecho, el trabajo de campo fue contratado afuera para no hacerlo con miembros de la propia UCAB. Los resultados son totalmente diferentes a lo que mencionas. Un dato increíble es que más de un tercio de los vecinos de estas parroquias (de estratos C-, D y E) conocen o son usuarios permanentes del Parque Social P. Manuel Aguirre. Ese número es mayor a la penetración de las misiones en el mismo sector. Y no tenemos el aparataje ni la logística gubernamental para sus programas. Y si hablamos de la calidad con que somos percibidos, el dato es mucho más alentador. En pocas palabras, a la final somos mucho más aliados de lo que piensas, imagínate si fuésemos cercanos en visión y trabajo conjunto.

El Parque Social de la UCAB cuando arribó a sus 15 años
sirviendo de puente entre universidad y comunidad.
Caricatura cortesía de Meollo Criollo
Bueno mi hermano, te reitero mi invitación al Parque Social UCAB, así como al trabajo que actualmente estoy desarrollando con la Fundación Santa Teresa en el municipio Revenga del estado Aragua, donde afortunadamente hemos logrado coincidir lo que llamamos el PPP (Público, Privado y Pueblo), es decir, es una vitrina que demuestra que el trabajo conjunto da resultados. Si nos llegamos a encontrar debo advertirte que probablemente tenga la “pinta de catire inofensivo” que describes en tu artículo, pero mi cédula de identidad y mi pasaporte solo dice venezolano. Sí, mi pana, eso es lo rico de ser de este país. Recuerdo que en el colegio nos hablaban de cómo se forjó nuestra historia, de cómo el mestizaje se convirtió en el elemento característico de nuestra venezolanidad, de cómo Venezuela ha sido siempre un país de puertas abiertas a diferentes culturas y países. Jamás tendría por ti ningún prejuicio por tu nombre eminentemente vasco, como el de tantos jesuitas que dejaron sus tierras para apoyar la educación pública - recuerda que Fe y Alegría nació en la UCAB - y privada, en un país remoto.

Aquí, mi estimado Ander, todos somos pertinentes.

Un abrazo!   

Bernardo Guinand Ayala
bguinand@gmail.com

24 de mayo de 2015

sábado, 16 de mayo de 2015

Te quiero

Agarro las llaves del carro para salir y veo a Bernardo Andrés echado viendo televisión. En automático le digo: “Nando ¡te quiero!”. Le comento que voy al autolavado, ya que hay poca agua para lavar el carro en la casa y le digo nuevamente pero ahora más consciente: “¿Sabes que eres lo que más quiero en el mundo?”. Responde casi sin dejar de ver su programa: “Si Pa, sé que a mí y a Ale es lo que más quieres en el mundo”.

Es sábado y Nando había tenido juego de fútbol en la mañana. No había sido su mejor juego pero tampoco estuvo mal. Otra vez les tocó jugar con niños mayores que ellos y el peso de un año en pleno crecimiento es determinante. Otra derrota que manejar para sacar provecho en su desarrollo. Casualmente, justo antes de salir al autolavado leía “Terapia para el emperador”, un libro de Manuel Llorens, psicólogo con quien compartí muchos años de trabajo en el Parque Social UCAB y quien ha tenido un rol clave como psicólogo de la vinotinto tanto de la selección de mayores como de las fases de formación. Leyendo sus lecciones pensaba en todas las cosas que le he dicho a mi hijo luego de cada juego, procurando no ser uno de esos papás eufóricos, sino tratar de aprovechar las bondades del deporte para ayudarlo a crecer, a vencer sus miedos, a tener más confianza en sí mismo. Ver a mi hijo jugar me ha demostrado una vez más que cada ser es único, que a pesar de las similitudes que veo conmigo en algunas cosas, su manera de jugar y sobretodo de pensar, es propia y característica. Allí he intentado reforzar lo bueno y tratar de transmitirle las áreas a mejorar.

En fin, el día de fútbol con sus altas y bajas y las enseñanzas que trato de transmitir así como aquellas que sencillamente no le interesan, solo me acrecientan un sentimiento: no hay nada más apasionante que ser papá y no hay amor más profundo que el que se siente por un hijo.

Algo parecido me pasó con Alexandra más tarde. Cuando ella se me acercó, yo acababa de leer un párrafo del libro de Manuel que dice: “Un estudio encontró que más de la mitad de una muestra de niños de ocho y nueve años afirmaban que no participaban en actividades deportivas por miedo a tener un mal desempeño o por miedo a no quedar en el equipo final”  Se lo leí a ver su reacción e inmediatamente me sonrió de manera cómplice. Ale está en el equipo de kickingball de su colegio pero le tiene pánico a los juegos por el riesgo de que se le caiga una pelota. Ha sido un tema que hemos venido trabajando para reforzar su confianza y vuelvo a pensar como papá: no importa cuánto falles, tienes  que aventurarte, tienes que tener confianza en ti misma, tienes que aprender de las caídas, pero siempre, siempre, siempre te querré.

Este sencillo post nació de la necesidad de expresar eso que a veces tanto escuchamos como recomendación para aplicar a la vida diaria. No dejar para mañana decir un ¡te quiero! a la gente que te importa - sin sonar a gurú motivacional ni a predicador de tv de medianoche -. Cada uno de nosotros tiene que asumir cada día un sinfín de actividades, trabajo, tráfico, expectativas, etc. que nos copa en tiempo y disposición, pero fundamentalmente tenemos que enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestra personalidad, nuestro carácter. Eso a veces nos bloquea y no nos permite saborear lo sabroso de las cosas sencillas.

Sé que con mis hijos me tocará crecer como papá, que habrá momentos de alegrías y también procesos difíciles. Cada uno es un ser irrepetible con su característica personalidad y sus talentos. Lo único que les puedo garantizar es ese “te quiero” y especialmente para ellos con esa certeza de ser “lo que más quiero en el mundo”. Pero por otro lado hay muchísimas más personas que quiero, a algunas más fáciles de decirlo y trasmitirlo que a otras, pero que a medida que escribo van surgiendo nombres, rostros, recuerdos. Y por esas cosas de la vida, a veces a quienes más quieres es con quien también más pleitos tienes, producto de esa misma confianza, producto de que el querer es recíproco.

A quien me quiere, puede tener la certeza que estas líneas van directo a ellos. Y a mis hijos - este blog, este post, este pequeño esfuerzo por dejar algunas cosas escritas que probablemente en algunos años les interese leer - les queda la certeza, para siempre, que son lo que más quiero en el mundo. 

domingo, 3 de mayo de 2015

Un maratón no se corre solo

Medalla CAF 2015 42K
Esta historia comienza muchos años atrás, cuando en algún momento de mi infancia - como millones de niños - pensé que algún día correría un maratón. Sin embargo me dediqué a los deportes de equipo y aunque siempre me fascinó la velocidad, fue bien adulto que me calcé los zapatos para salir a correr.

La onda de los 10K nos puso a muchos el reto más alcanzable y hace varios años decidí por fin aventurarme a correr una carrera cuando la "Nike 10K" era de las pocas que se organizaban, previo al boom del circuito Gatorade. Luego, como es natural, comencé el reto de ir bajando tiempos y buscar nuevas distancias.

Más adelante, gracias al empuje de Guillo Hernández, me inscribí en los 21K del Maratón CAF 2013 justo el último día de las inscripciones, con el susto de saltar a una media maratón. La experiencia fue increíble y se me metió la espinita de aventurarme a dar el salto completo.     

Durante 20 semanas me preparé, entre madrugonazos en el Parque del Este y los "largos" tempraneros de cada domingo para saltar al ruedo en febrero de 2014; pero justo una semana antes de la carrera, de manera sensata la CAF suspendía el maratón pues en Caracas reinaba el caos. La CAF reorientó para 2015 mudando además la fecha para abril, con la idea de no tener las celebraciones del mes de diciembre en el culmen del entrenamiento. A la postre no sabríamos que sería peor, si entrenar en diciembre o correr con el calor de abril. 

Con Jose recogiendo nuestros números
Mientras pasaba el tiempo, Maickel Melamed iba corriendo los maratones más representativos del mundo, inspirando a venezolanos y extranjeros. Su célebre frase: "si lo sueñas, haz que pase" se me clavaba en la mente cuando sentía que 42K eran imposibles. Seguí entrenando y logré motivar a mi hermano y partner José Antonio para acompañarnos mutuamente y disciplinarnos cada semana. Nos acostumbramos al casi diario mensaje de WhatsApp de las 4:45am: Ahhhh levantarse!!!!  

En fin, el pasado domingo 26 de abril – y a pesar de una virosis estomacal entre jueves y sábado - llegó nuevamente la oportunidad. Si algo aprendí es que muchas carreras las puedes hacer tú, pero un maratón no se corre solo

Con este post recojo mis vivencias y anécdotas de esta experiencia. Con estas líneas pretendo afirmar – como Maickel y muchos otros - que si lo sueñas, sencillamente haz que suceda.

Lo primero a destacar es la enorme emoción de correr en tu ciudad. Alfonso Porras, amigo y experimentado maratonista me decía: “Claro, correr los grandes maratones es fantástico, pero correr en tu ciudad es un privilegio que no tiene precio”. Más en estos momentos que al nombrar Caracas pensamos en hostilidad, tráfico, división política y violencia. Ese día fue distinto, ese día se respiró ciudadanía: las calles fueron para corredores, las aceras repletas de gente para la cordialidad y los únicos colores: el tricolor nacional. Tomar Caracas y recorrer “a pie” sus calles y lugares simbólicos es algo indescriptible, hasta con un saborcito de papelón con limón bien frío que avanzada la carrera algún caraqueño me ofreció.


Kit CAF 2015
Por otro lado, la organización y logística del Banco de Desarrollo de América Latina – CAF – ha sido sin duda el aspecto más reconocido de este evento. Desde la sonrisa y ánimo de todo voluntario – evidentemente entrenados y motivados - en cada labor que les tocó desempeñar, pasando por la extraordinaria hidratación (agua cada 2K que más que para beber se convirtió en placenteros baños de agua fría para bajar la temperatura del cuerpo y atenuar los músculos engarrotados; Gatorade cada ciertos kilómetros, gel energético y bocadillos de guayaba). Todo acompañado de buena señalización, seguridad, voces de ánimo y largas colas de voluntarios que impedían la aglomeración en los puntos de hidratación. En fin, la CAF demostró que el maratón de Caracas es de categoría mundial y nada tiene que envidiarle en organización a los más nombrados del planeta.

Mi carrera fue toda una odisea con sus picos altos y bajos, con sus emociones y sus desánimos propios de quien se aventura por primera vez a correr esta distancia y se estrena en una ruta dura como Caracas justo en medio de una oleada de calor.

Puntualmente dieron la largada a los atletas con discapacidad, para luego, a las 6.00 am en punto, la cuenta regresiva nos decía que era hora. Salí junto a mi primo Gonzalo Guinand, que aunque nunca habíamos corrido juntos, sabíamos que corremos a ritmos similares. La estrategia era la misma que tanto nos habían recomendado: salir suave y conservar las energías la primera mitad. Sin embargo, no llevábamos un kilómetro cuando ya estábamos entusiasmados corriendo junto al grupo que rodeaba la bomba del pacer que ofrecía hacer el maratón en 4 horas exactas. Ya en El Silencio le decía a Gonzalo que íbamos como rápido, pero me sentía tan a gusto entre los otros maratonistas que apostaban por hacer 3:59:59 que seguí la primera mitad entre los gritos de ese animado grupo.

Los primeros 21K son geniales, tanto por lo fresco de las primeras horas como por las zonas de Caracas que se transitan (Av. Bolívar, El Silencio, Av. San Martín, La India, Roca Tarpeya, Av. Victoria). Llegar a Los Ilustres y Los Próceres full de gente, ver las primeras caras conocidas gritando tu nombre, sentir que llevas casi la mitad pero te sientes bien. Sin embargo, aún temprano, en el kilómetro 22 fue que me di cuenta que la mañana estaba caliente y empecé a descender un pelo el ritmo viendo como la bomba del pacer se empezaba a alejar. En ese mismo kilómetro, la parte posterior del muslo izquierdo me tiró un primer templón. Aún estaba a muchos kilómetros de la famosa “pared” y por primera vez un músculo me estaba echando broma. Luego fue la pierna derecha y así descendiendo al resto de los músculos de ambas piernas. En pocos kilómetros mis piernas eran como una tabla y faltaban cerca de 20k por recorrer.

Honestamente, a diferencia de lo que me había preparado mentalmente, mi verdadero maratón estuvo entre el kilómetro 22 y 25. La cabeza me hizo estragos: era imposible terminar el maratón “engarrotado” desde tan temprano. Empecé a descender el ritmo sin dejar de pensar que había fracasado y que había esperado tanto para ni siquiera llegar al kilómetro 30. Pero mi mayor preocupación estaba en cómo le iba a avisar a mis hijos que me estarían esperando en el kilómetro 34-35 y cómo explicarles que no siempre se llega a la meta. No sé cómo transité esos tres kilómetros, pero opté por hidratarme muy bien y tomarme otro gel que me dio un segundo aire y me catapultó hasta el kilómetro 31 cuando tuve que parar por el dolor en las piernas. Cabizbajo y desesperanzado veía que se acercaba además la parte más dura, la subida entre la Río de Janeiro y la Av. Francisco de Miranda. Fue en ese momento que un ciclista desconocido que iba en la vía de al lado - sin entorpecer el maratón - me empezó a gritar: “Epa tú, 625, ¿te vas a quedar parado luego de llegar hasta aquí? ¿Cuánto te faltan, unos 11k? Dale pues”. Al intentar justificarle mi dolor, el pana anónimo siguió insistiendo: “No me muevo de tu lado hasta que no sigas corriendo” Y así fue, empecé a correr de nuevo en la subida con el ciclista alentándome. Me olvidé de marcas, de tiempos, salvo de una: quería llegar a la meta así fuera gateando. Era mi primer maratón y siempre mi primer reto había sido completar la distancia.

Mensaje de Ale
Al ciclista lo vi algo más adelante y seguía pendiente de mí. A duras penas alcancé la Francisco de Miranda pero ya los tiempos no me importaban sino alcanzar agua para bajarme la temperatura, ir sumando metros y poder llegar a donde debían estar mis hijitos. Durante el trayecto nunca dejé de ver mis dos brazos. En el derecho, Alexandra (mi hija de 10 años) me había escrito: “No te rindas Papi”; en el izquierdo, Nando (mi hijo de 8) fue más competitivo: “Que ganes Pa”. El reto y compromiso había trascendido a ser solo conmigo mismo. Finalmente llegué al elevado de Los Ruices y justo al bajar los vi esperándome con pancartas. Sentí mucha emoción por un lado al verlos allí, pero algo de vergüenza por llegar bastante peor de lo que estimaba. Había alcanzado otra meta, pero esa me llevaba a la siguiente. A mi alrededor, todos mis compañeros trotadores se agarraban los muslos y vi a muchos atletas acostados en la acera con sus respectivos calambres. Así sería el panorama que mi esposa al verme me preguntó si quería que me acompañara. Creo que nunca se imaginó que mi respuesta sería afirmativa. Afortunadamente, Carolina - mi comadre - había ido con ella y se pudo quedar con los chamos, así que sin prepararse Mimina se embarcó en los últimos casi 8k para empujarme a la meta.
Llegando a ver a mis chamos. Se nota
que no era el único agotado. 

Negociamos cada paso, cada cuadra para no decaer. Nos pusimos metas cortas: hasta la esquina, hasta el semáforo, pasar los grupos de gente sin parar. En Plaza Altamira encontré a la esposa de mi mejor amigo de infancia y me dio un cooler de agua gélida. Al despedirse recuerdo haberle escuchado: “solo 5 más, solo 5”.

Físicamente – salvo las piernas - me sentía bien y faltando 3k quise trotar más rápido pero la batata izquierda se engarrotó de una manera que tuve que parar en seco y casi pensar que hasta ahí llegaba. El músculo no solo estaba tieso sino que se había dividido en dos. Unos 50 metros de destemplada y piano piano arrancamos de nuevo. En el 40 tenía ganas de salir a correr y ahora más bien mi esposa me decía que no tan rápido. Cuando vi La Previsora sabía que era cuestión de tiempo, y justo antes de meternos debajo de la fuente de Plaza Venezuela apareció mi eterno compañero – mi hermano Jose que había culminado sus 21K – a completar el último kilómetro a mi lado. Un esfuerzo más en la última subida y luego tener que controlar las ganas de correr más rápido cuando todo el mundo coreaba: “vas llegando, vas llegando”. Reconocí la voz de la Tati Rojas gritando: “Vamos Bernie, dale, fino”. Ella había completado sus primeros 21K y luego supe que el hecho de yo correr 42 le habían servido a ella para alcanzar su meta. Así que esto de la motivación es como una cadena.

Misión cumplida!
Con Mimina luego del maratón













Unos pasos más y listo. Ninguna marca récord, muy lejos de mis expectativas iniciales, pero acababa de completar mi primer maratón cuando en el kilómetro 22 lo sentía imposible. Era cuestión de adaptar la meta a lo que me parecía más importante: llegar.

Mi otra medalla que vale oro
Después de correrlo me enteré de lo sobrehumano del clima y que todo el mundo subió sus tiempos. “Mal de muchos, consuelo de tontos” dice el refrán popular. Llegué a mi casa y puse un check en mi propio “Bucket List” que decía: Correr un maratón. Ese día dije no más, misión cumplida… pero debo reconocer que ya hoy - una semana después - estoy pensándolo de nuevo. Tal vez si salgo más lento, tal vez si el clima no es tan terrible, tal vez si busco otra experiencia.

Quien sabe, lo que si tengo claro es que cuando vuelva a salir a patear el asfalto recordaré que un maratón no lo corre uno solo, sino una ciudad entera y que un montón de gente – los que he nombrado y muchos otros que no – me hicieron cruzar la meta.

Esperamos que la CAF nunca se vaya de Caracas. Gracias CAF, gracias Caracas!