Bernardo Guinand Ayala
Diciembre
de 2001, todavía rondaba mis veinte y todo acontecimiento era aprendizaje puro.
Aún con los tres años previos de experiencia en una institución no lucrativa, poco
sabía de fundraising y menos de diplomacia. Afortunadamente tuve excelentes
maestros y esta anécdota se la debo a ellos.
En esos
momentos, mi trabajo era más hacia lo interno, tratando de equilibrar ingresos
con egresos, conociendo muy bien la estructura de costos de la institución y
generando buenas alianzas para alcanzarlo. La labor de fundraising la
encabezaba fundamentalmente nuestra recordada María Matilde Zubillaga, en su
rol de Gerente General.
Santa
Inés creció de manera vertiginosa durante muchos años. A medida que abríamos
nuevos servicios, mayor era el nivel de autofinanciamiento, pues los nuevos
servicios rápidamente cubrían sus costos directos y dejaban una cuota para
cubrir los indirectos. El modelo funcionaba. Transcurría el 2001 y habíamos
estado planificando la apertura del servicio de gastroenterología para el año
entrante, lo cual representaba un desafío mayor, pues a diferencia de muchas
otras especialidades, un buen servicio de gastro debía considerar de entrada el
establecimiento de una unidad de video endoscopia de vías digestivas.
Durante
meses, María Matilde, con el apoyo cercano del Dr. Carlos Eduardo Paradisi que,
además de ser nuestro Director Médico era gastroenterólogo, había estado preparando
el proyecto para una convocatoria que había realizado la Embajada del Japón en
Venezuela. Recuerdo que hasta broma le echábamos a MM pues no hacía sino
reunirse con el Sr. Ikuo Takahashi de la embajada. La dupla técnica
Zubillaga-Takahashi abonó todo el terreno para completar - con rigurosidad
japonesa - todas las demandas del proyecto, mientras Paradisi y yo buscábamos
las diversas cotizaciones de los equipos de endoscopia avanzados para la fecha.
Con el
verdadero trabajo ya realizado, fuimos invitados a la Embajada del Japón para
presentar el proyecto directamente al embajador. De ese día vienen los
aprendizajes que ahora, a la distancia, he valorado y me han servido de
anécdota para hablar de claves del fundraising.
Al saber
que seríamos recibidos por el embajador Dr. Masateru Ito, lo razonable era que
nos acompañara a la cita el Padre Ugalde en su rol de máxima autoridad de la
fundación. Agradecí profundamente la invitación, pero obviamente la clave
estaba en la presencia de Ugalde, María Matilde, el Dr. Paradisi, así como la
compañía de Mafer Mujica por prensa UCAB.
Luego
de acomodarnos muy protocolarmente en el sofá del despacho del embajador, un
atareado Sr. Takahashi entraba y salía como quien tiene todo el peso de la
responsabilidad, afinando documentos y esperando que todo se cumpliera a la
perfección. El Embajador Ito se comportaba con total normalidad y comodidad,
hablando un perfecto español [gracias a este escrito supe que su verdadera
vocación es ser traductor de obras de la literatura japonesa al español y
viceversa] mientras que Ugalde también se movía a sus anchas.
Una vez
hechas las introducciones de rigor, el embajador hizo una sola pregunta: “¿por qué nosotros?” Recuerdo que en ese
momento lo primero que pensé fue: “tan
sencillo como que ustedes abrieron una convocatoria, nosotros nos enteramos,
las bases daban pie a financiamiento de equipos médicos y además los montos establecidos
correspondían”. Menos mal no me tocaba responder. Yo era un espectador
aprendiendo lecciones de diplomacia.
Toma la
palabra mi muy recordado y querido Dr. Paradisi, quien siendo gastroenterólogo
dice: “Señor Embajador: este equipo
permitirá el diagnóstico temprano de tumores de vías digestivas, entre ellos
cáncer de estómago que tiene una altísima tasa de incidencia en el Japón, es
decir, este es un tema especialmente sensible para los japoneses” Evidentemente
yo no tenía idea de ello, pero me pareció brillante la respuesta de Paradisi.
Sin duda sabía de lo suyo e iba bien preparado. Pensé: “punto a favor”.
Pero la
cosa no quedó allí, el Doc retoma la palabra y continúa su exposición: “Pero aún más importante Sr. Embajador,
dentro de las mayores casas comerciales con tecnología de punta, hay tres en
Venezuela y dos de ellas son japonesas. Ustedes fabrican en Japón los mejores
equipos de endoscopia y la cotización anexa al proyecto es un equipo marca Fujinon,
representado por una empresa cuyo dueño es un japonés residenciado en Venezuela
y con quienes queremos además establecer un contrato de mantenimiento” En
pocas palabras, Japón se pagaba y se daba el vuelto. Yo estuve a punto de
pararme a aplaudir a Paradisi; jamás había considerado que el proyecto
estuviera tan redondito.
Sin embargo, como si no fuera suficiente, una vez que el Dr. Paradisi terminó su brillante
Esta
anécdota la he usado luego en todos los talleres, diplomados y clases de
fundraising que he dictado para recordar dos premisas claves. La primera, es
quizás uno de los mayores y principales aprendizajes en fundraising: “People give to people”- “Las personas dan a
las personas”. Obvio que existen instituciones, procedimientos, parámetros,
convocatorias estructuradas, pero a la hora de pedir, la gente es la clave, la
que pide y la que da. La confianza nunca se genera entre procedimientos o
instituciones sino entre las personas que las representan. Las personas, las
instituciones y los gobiernos dan a quienes confían.
La
segunda moraleja tiene mucho que ver con el relacionamiento con grandes
donantes. En dichos casos, el que pide, es clave. Por más expertos que puedas
hacerte en materia de fundraising, quien abre la puerta, quien da entrada
porque conoce a un donante, es fundamental. Así como para el embajador, Ugalde
suponía su contraparte válida, muchas veces nos queremos lucir tratando de
deslumbrar a un potencial donante con nuestro conocimiento técnico de un
proyecto, cuando lo primordial es que nos dé entrada alguien en el cual el
donante confía.
Cuando,
años más tarde, Ugalde me propuso formarme en esta materia, no solo aproveché
la oportunidad de hacerlo técnicamente, sino que traté de identificar y
transmitir a otros, el bagaje de experiencias vividas al haber visto en acción
a quienes saben por dónde siempre sale el sol.
25 de julio de 2020