Bernardo Guinand Ayala
Ciudad Tablita |
Entrar
en casa de Verónica en Ciudad Tablita - Caucagüita - es visualizar un pedacito
de Venezuela en miniatura. Empinadas escaleras para llegar hasta su casa, piso
de tierra, paredes de latón y madera y una humilde pero útil cocina que sirve
de epicentro de la vida familiar. Si bien en Ciudad Tablita los servicios
básicos son insuficientes o mejor dicho inexistentes, al menos hay espacio para
sembrar matas de parchita, lechosa, aguacate y tomates que cultiva con gran
orgullo.
Si algo
me apena, en los meses que tengo visitando la casa de Verónica, es que aún me
cuesta diferenciar quiénes son sus hijos y cuáles sus nietos. Todos se
confunden en edades similares pues las hijas mayores de Verónica también son
madres y coincidió su estreno de abuela mientras tenía más hijos con otra pareja.
Hoy ninguna de sus parejas pinta en el panorama.
Verónica
es de Güiria, estado Sucre y siempre habla de Dios. En medio de la pobreza, la
fe es
un sostén valiosísimo para seguir adelante, algo así como lo que ahora
llamamos resiliencia. No le gusta vivir en un rancho, me cuenta que nunca había
vivido en uno así, pero siguiendo a una de las hijas mayores a Caracas, se
quedó como cabeza de familia procurando que las más grandes salgan adelante y
los más pequeños estudien. Lamentablemente, una de sus hijas adolescentes salió
también embarazada y se suma una boca más que alimentar, con pocos produciendo,
aunque otra de las hijas - desde Colombia - trata de enviar alguito, aunque no
alcanza ni para cubrir lo que demandan los hijos que ahora Verónica también
debe criar. El fenómeno migratorio ha pasado a ser uno de esos nuevos desafíos
para nuestra sociedad, a todo nivel.
Verónica con 2 de sus hijos y 2 nietos |
En esa
Venezuela en miniatura, representada por la casa, la familia y las dificultades
de Verónica, es la realidad que día a día decidimos asumir desde Fundación
Impronta. La llegada a Caucagüita nos ha sumergido en anécdotas como la de
Verónica y muchas más, a veces agobiante, pero sin duda desafiante. En medio
del relato tan cuesta arriba que describo, nosotros observamos una rendija de
esperanza que se muestra en cada caso. Es a eso lo que nosotros, desde
Impronta, hemos denominado oportunidades. Hemos evidenciado,
que más allá de las carencias económicas - sin duda tema clave a resolver - la
pobreza se arraiga en las familias por la ausencia de oportunidades. Cosas
convencionales en familias clase media o alta, son obstáculos gigantescos en
entornos de pobreza.
Entonces
encontramos que Verónica, con todas las dificultades que pueda tener – y vaya
que son muchas pues ella es una mujer
con mucho sufrimiento a cuestas - es capaz de manifestarnos que cree en la
educación como herramienta para salir adelante. Nos insiste que a su nieto
Samil le gusta la música o que su hijo Aarón dibuja muy bien, que ella misma
desea emprender, pero también reconoce su necesidad de contención emocional. Y
así, poco a poco, a cada uno de ellos les hemos ido brindando la oportunidad de
ser niños, de participar en un plan vacacional, de ir en las tardes a formarse
en artes, de establecer una jornada de salud en Ciudad Tablita para ser
evaluados o ser atendidos por el psicólogo que logramos enraizar en pleno
corazón de Caucagüita. Mucho por hacer, pero vamos avanzando paso a paso. Por eso,
en Impronta “generamos oportunidades que transforman vidas”.
En el Centro de Artes Integradas |
Hasta
aquí, el texto descrito era parte del editorial que redacté para el informe de gestión
de Fundación Impronta, sin embargo, desde la fecha de publicación a este
momento muchas cosas se han agudizado por la llegada del coronavirus. Lejos de
congelarnos y dejar nuestro trabajo para otro momento, el compromiso con
familias como la de Verónica se ha incrementado, respetando por supuesto la
receta de aislamiento que la situación nos impone.
En
medio de la adversidad, dos acciones concretas han nacido como respuesta a la
crisis agravada por el Covid-19. Sin ser el tema alimentario nuestro foco, muy
pronto en la cuarentena nos percatamos que las familias más vulnerables la iban
a pasar aún peor pues dependen del ingreso que pueden levantar día a día. La necesaria
cuarentena para protegernos del virus, afecta sobre todo a la economía de las
familias más pobres. Si los grandes países con economías robustas han prendido
la alarma, imagínense la repercusión en familias que ya venían pasando
penurias.
Vista de Ciudad Tablita |
Gracias
a unos primeros recursos que llegaron sin buscarlos, iniciamos la campaña “Cuarentena en Caucagüita” que
originalmente apoyaría a 5 familias, que estiramos a 15 y así - a la fecha de
este post - hemos podido impactar en 107 familias que se traducen en 495 rostros,
siendo fundamentalmente niños, adultos mayores y una increíble cifra de familias
con algún miembro con discapacidad o enfermedad que limita sus posibilidades de
estudio o trabajo. De todas esas familias, la cifra más alta (28%) corresponde
a Ciudad Tablita, dando continuidad al trabajo allí avanzado y donde la familia
de Verónica, con gran cantidad de bocas que alimentar, estuvo siempre en
nuestro norte.
Pero la
historia no termina aquí, porque cuando se suma y multiplica, los resultados no
pueden ser sino más elevados. Íbamos a Caucagüita subiendo por un sector
empinado llamado El Cují, justamente para hacer entrega del apoyo alimentario a
las primeras 15 familias cuando me llama Silvia Itriago del Centro de Artes
Integradas CAI, una de las principales alianzas que tiene Impronta para el
desarrollo de talento de nuestros niños, donde hay 30 de ellos becados. Silvia,
al igual que yo, se ha preocupado y movilizado bastante por la situación de los
hijos y nietos de Verónica. Particularmente ha estado preocupada por Aarón,
justo el primero de los hijos que Verónica me presentó por tener destrezas en
las artes pero una condición probablemente neurológica que le hace meter una piernita.
Desde el CAI, Silvia venía atenta también a la situación nutricional de ese
hogar.
Hijos y nietos de Verónica rezan en nuevo comedor |
Como
decimos en criollo, “pa echá el cuento
corto” Silvia movilizó un primer
financiamiento proveniente de padres y docentes de la Fundación de Acción
Social del Colegio Integral El Ávila y en alianza con Fundana y por supuesto Fundación
Impronta - donde contactamos a los líderes comunitarios que pudieran realizar
la procura de alimentos, su preparación y el seguimiento - se creó un comedor en
Ciudad Tablita en tiempo récord para dar respuesta al tema nutricional que nos
preocupa de Aarón, sus hermanos y sobrinos.
En medio de los mayores desafíos a nivel mundial, la solidaridad puesta en
acciones genera resultados tangibles.
Aarón |
Obviamente,
esta necesidad ha repercutido al resto de las familias de la comunidad y al día
de hoy nuestro reto es sumar a otros aliados claves, como Alimenta La Solidaria
Petare para evaluar la viabilidad de escalar el programa y resolver no solo las
dificultades de la familia de Verónica, sino a muchas otras más.
En fin,
efectivamente son tiempos de resguardo y prudencia, pero que ello no limite
nuestra capacidad de seguir proponiendo y generando oportunidades que
transformen la vida de los más vulnerables.
23
de abril de 2020
Excelente labor de IMPRONTA!
ResponderEliminarPaso a paso y con mucho corazón. Gran labor.
ResponderEliminarPorque el amor al semejante es grande "GRACIAS IMPRONTAVZLA" Y sigan generando oportunidades para la transformación de vidas y esperanzas
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