sábado, 20 de julio de 2024

Acto de grado Colegio San Ignacio 2024

Palabras Acto de Grado Colegio San Ignacio
(En representación de las familias de los graduandos)

Apreciadas autoridades del colegio, docentes y trabajadores, familiares y - muy especialmente - jóvenes graduandos:

Cierto día, cuando Bernardo – nuestro hijo – apenas iniciaba sus estudios en Villa Piscina, luego de recogerlo al colegio, Mimina le preguntó: “Ajá ¿qué hiciste hoy?”, a lo que Nando respondió: “Mamá: hoy fuimos a la parrilla”.  “¿A la parrilla?” preguntó de vuelta Mimina sorprendida. “¿Y qué hiciste en la parrilla?”. “Lo que nos dijo la Hermana, mamá, fuimos a rezar con Jesús”.
 
Confundir parrilla con capilla puede parecer, sencillamente, una anécdota divertida, sin embargo, en esta confusión hay muchas similitudes; porque a cada una de ellas – sea parrilla o capilla – uno asiste para compartir y creo que esa es una buena definición de lo que ha sido el Colegio San Ignacio para nuestros hijos y nuestras familias; un colegio que sobrepasa los requerimientos básicos de formación académica para ser un espacio de crecimiento humano, espiritual, intelectual y de relaciones. Un espacio donde, ciertamente, nos puede convocar un acto de acción de gracias – como acabamos de tener minutos antes – así como una disciplina deportiva o cultural, alguna actividad extracurricular, formación académica y, por qué no, una sabrosa parrilla entre panas.  
 
Entonces, nuestras primeras palabras, procurando ser eco de las cientos de familias aquí representadas es de agradecimiento al colegio y a todo su personal directivo, docente, administrativo, servicios generales y de las numerosísimas actividades que aquí confluyen, por habernos acompañado en la formación de nuestros hijos, en estos años tan significativos para sus vidas.
 
La educación vive, en el mundo entero, enormes desafíos marcados por la velocidad en que están ocurriendo los cambios, la imprescindible necesidad de actualización docente, los avances vertiginosos de las nuevas tecnologías y un larguísimo etcétera. Deseamos, como familias salientes, que el colegio siga asumiendo tales desafíos con talento y creatividad, en esta Venezuela llena de retos.
 
Para ustedes graduandos, tres mensajes que quisiera recordaran en la celebración de este día tan significativo para todos nosotros.
 
En primer lugar, no voy a hablarles de valores, aun cuando fue la única directriz que nos dieron para estas palabras. Aunque realmente sí quiero resaltarlos. Los valores no podemos enseñarlos en un discurso, los valores se viven, se reconocen en aquel que nos sirve de modelo, en aquellos que son consistentes entre lo que dicen y lo que hacen. Y aquí, aún con todos los defectos que tanto sus padres como maestros podamos tener, les aseguro que han tenido buenos ejemplos.  Hoy, ese privilegio que han tenido se convierte en un compromiso que deben asumir, porque de nada les sirve haber salido de estas aulas recitando “En Todo Amar y Servir” como si fuera un pasaporte que les abre automáticamente las puertas, si verdaderamente no están dispuestos a ponerlo en práctica. Venezuela y el mundo entero requieren gente preparada, pero, sobre todo, requieren ciudadanos con don de gente. Ustedes están llamados a serlo.
 
Segundo mensaje. Agarré mi celular, abrí Copilot, la aplicación de inteligencia artificial que uso y le escribí: “dame frases inspiradoras sobre educación dichas en Venezuela”. Y más allá de las frases me llamó la atención que todas esas citas eran de venezolanos que ya murieron, incluso la mayoría hace muchos años: Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Andrés Bello o José María Vargas. Entonces más que inspirarlos con sus frases, creo que la gran conclusión es que ustedes forman parte de una generación que les tocará reinventar la educación, la política, el país… y que sean sus frases y sus logros los que en un futuro alguien, aquí parado, los ponga de ejemplo.
 
Para los que quedan con la intriga, me quedo con una frase atribuida a Miguel Rojas Sánchez: “La educación es el vestido de gala para la fiesta de la vida”. Y allí los veo, vestidos de gala, ahora enrumbados a seguir nuevos desafíos en sus estudios. 
 
Último mensaje. Insistí con la asistencia de la inteligencia artificial, pero esta vez fui mucho más específico: “¿qué mensaje transmitirías a jóvenes venezolanos en su grado de bachiller, que han vivido la pandemia del Covid, la migración de sus familiares y amigos, los apagones, la crisis económica y la polarización política”… y luego de una serie de sugerencias sobre resiliencia, solidaridad, persistencia, ciudadanía…el texto concluye (y oigan bien): “les diría que son capaces de enfrentar cualquier desafío y que su generación tiene el poder de transformar Venezuela”.
 
Hoy, empiezo a sentir un guayabo grande al dejar atrás ese momento tan especial de cada semana. Venir a compartir con mi hijo, desde una grada, esa pasión que descubrió entre amigos y en un colegio que ha sido mucho más que un salón de clases. Pero celebro la alegría de que seguirá siendo su colegio, con las puertas abiertas para siempre.
 
Y cierro con algo que la inteligencia artificial definitivamente no podrá sustituir nunca, y es una mamá o un papá, parado frente a ustedes y que les diga de corazón: los queremos, estamos completamente orgullosos de ustedes y saben que estaremos acompañándolos en todos los desafíos que están por venir.      
 
¡Felicitaciones y viva la 97!
  

Familia Guinand Frías
19 de julio de 2024

lunes, 1 de julio de 2024

Sentido de trascendencia

Bernardo Guinand Ayala

 

Esa tarde estaba conociendo a Laura y sus ojos aguados me movieron la fibra. Una vez más supe que estaba en el lugar correcto, haciendo lo correcto, con la gente correcta. Echemos la película para atrás porque no fue casualidad que, aquella tarde en Turumo, Laura me hiciera aquella confesión.

 

Al fundar Impronta establecimos cinco valores orientadores: dignidad, solidaridad, pasión, impacto y un quinto valor bastante particular: trascendencia. Personalmente me mueve profundamente la trascendencia, no tanto – o no solo – por el interés en ser memorables, sino como una especie de antídoto contra un flagelo que tenemos tatuado en nuestra idiosincrasia: el cortoplacismo. El mundo entero se ha vuelto obsesionado con el ¡para ya!, ¡para ahora!, ¡lo que me dé rédito inmediato! y un largo etcétera.

 

En Venezuela, habernos echado al pico la enorme bonanza que supuso el petróleo, sin haberlo invertido en el futuro, en un verdadero plan de desarrollo, así como en educación, es uno de los ejemplos más tristes de las gríngolas cortoplacistas. No sembramos el petróleo, nos reclamaría Uslar Pietri. Adicionalmente, la premura del corto plazo actúa como caldo de cultivo para vicios acaba-países como la corrupción y el clientelismo.   

                                                 

En contraposición, una impronta – una huella – tiene que ver con el largo plazo e invita a transitar una vida coherente – con la maravillosa oportunidad de equivocarnos en el camino – pero que apunta a dejar ese legado para nuestros seres queridos, nuestra comunidad y el país.

 

Como fundación, la trascendencia también ha sido una invitación para que otros apunten a ese largo plazo, a visibilizar su legado sumándose a nuestra causa. Y vaya que hemos visto casos, pero hoy vengo a recordar uno en particular con dos historias paralelas.

 

Hace algunos años, la familia De Sola se acercó a nosotros para, en alianza, ayudar a cumplir con el legado de su abuelo. Don René De Sola, luego de una larga y muy productiva vida, encomendó a sus nietos la noble tarea de crear una fundación familiar que hoy lleva el nombre de “Letras en Acción” para promover la lectura con foco en niños en su temprana edad escolar. De esta alianza nació “Lectura sobre Ruedas”, probablemente el programa más bonito y contundente que, hasta ahora, hemos desarrollado en Fundación Impronta.

 

Además de su dilatada trayectoria y destacada hoja de vida como jurista al servicio del país, René De Sola era un ávido lector y motivador por excelencia de la literatura en su núcleo familiar. Sus hijos recuerdan, con especial lucidez, la práctica rutinaria de la lectura a la que su padre los animaba, leyendo él en paralelo los mismos libros para luego poder comentarlos junto a cada uno de ellos.

 

No cabe ninguna duda que, cuando casi 140 niños de Caucagüita del programa reciben una palabra de aliento por parte de los familiares directos de ese señor mayor a quien no conocieron o incluso escriben un cuento sobre quien dio la oportunidad de que existiese Lectura sobre Ruedas, sigue vivo el recuerdo de Don René De Sola. Eso, justamente, es trascender. Y no solo por tenerlo muy presente, sino porque cuando un niño de Turumo es capaz de llevarse durante un año escolar, sin obligación, más de 30 cuentos para leer en casa, es como si ese niño o niña hubiese estado sentado en un puesto de aquella biblioteca del Doctor De Sola en su casa de Caracas.

 

Pero trascender va más allá. Quizás es común que una persona de la talla de un abogado destacado, que vivió casi 100 años y tuvo la fortuna de juntar algunos recursos en su carrera, pueda darse el lujo de seguir presente a través del deseo que manifestó a sus nietos. Pero quizás otros nos sintamos algo más pequeños frente a tal desafío o pensemos que solo la riqueza material puede acercarnos a semejante nivel de trascendencia. Yo también lo creía así, hasta que Laura, con sus ojos claros y brillosos detrás de sus lentes, me hablara aquella tarde.

 

Laura asistió para sacarnos unas fotos que iban a ser publicadas junto a una entrevista realizada para Debates IESA. La verdad que la foto la hemos podido hacer en nuestra oficina, pero ha sido maravilloso conectar a la gente con el trabajo que hacemos, en el lugar donde lo hacemos. De esa forma, aprovechando una tarde cualquiera del programa en la Escuela Don Bosco en la parte más alta de Turumo, Laura se encaramó en el Impronto Móvil junto a Virgilio – el redactor de la entrevista – y terminó recorriendo cada una de las estaciones donde los niños hacían sus actividades y apuntando con su lente cada circunstancia que le llamaba la atención.  

 

Al cerrar la tarde, Laura se me acerca, baja la voz en medio del bullicio de una escuela repleta de niños y me pregunta si puede comentarme algo. Allí me confiesa que su hijo murió hace 11 años, que era también un ávido lector y que ella – y su esposo – aún no habían podido desprenderse de muchas de sus cosas. Entre palabras pausadas y sus ojos húmedos se evidenciaba ese duelo tan profundo que está aún presente. Simón, su hijo, tenía apenas 13 años. Entonces me dijo: “Bernardo, aún conservamos muchas de sus cosas, entre ellas sus cuentos. No habíamos tenido el valor de desprendernos de ellos. Hasta hoy. Creo que encontré el lugar donde quiero que estén los cuentos de mi hijo”.

 


Volví a ver a Laura hace pocas semanas. La invitamos al cierre de Lectura sobre Ruedas nuevamente nos regaló sus maravillosas fotografías. Luego de haber hablado con su esposo, ambos llegaron ese día con los cuentos de Simón, cuentos que ahora son leídos por nuestros niños y niñas de Caucagüita, como legado de aquel niño lector y de sus padres.

 

Ese día aprendí que para trascender no hacen faltan grandes proezas ni riqueza, sino vivir de manera auténtica entre nuestros seres queridos y mirando un poco más allá de nuestra zona de confort. En Impronta honramos tanto el legado de Don René De Sola, como de Simón, así como de tantos otros que nos apoyan pensando en el futuro de nuestros niños y no sólo en algún resultado o beneficio inmediato.      

 

01 de julio de 2024