domingo, 10 de abril de 2016

La solidaridad existe

Vivimos momentos de desesperanza y a ratos pensamos que el país no podrá levantar cabeza debido a la terrible crisis – económica, política y moral - que padecemos. Esta semana dos hechos me levantaron alarmas, no tanto por la noticia en sí sino por quienes la transmitían. Mi hermano mayor, generalmente optimista y luchador comunicaba en nuestro chat familiar su total indignación frente a los anaqueles vacíos de la ferretería a la que asistía para comprar insumos necesarios para su trabajo. Reclamaba, enardecido y frustrado, la actitud pasiva y conformista de los venezolanos frente al deterioro generalizado de nuestra calidad de vida.

Por otro lado, Evelyn - vocera principal de la A.C. El Radar de los Barrios - una mujer echada pa´lante de Antímano, generalmente alegre y esperanzada, también me contaba con un dejo de tristeza su temor de que nos volvamos menos solidarios frente a la necesidad de supervivencia que se está viviendo, particularmente en zonas populares, quienes aún con poco destacaban por su capacidad de compartir sus bienes y alimentos con vecinos y familiares. 

Frente a esos hechos recordé también la crisis ocurrida esta semana en el Hospital de Niños, cuando salió a la luz pública la ausencia de fórmulas infantiles para alimentar a los lactantes. Pero más allá de engancharme con la crisis en sí, recordé una vivencia que tuve recientemente en el hall de entrada del mismo Hospital de Niños J.M de los Ríos.

Mientras esperaba que llegara la persona con quien me iba a entrevistar me acerqué al módulo de las damas de Acción Voluntaria de Hospitales, mejor conocidas como “Ángeles Azules” o “Damas de Azul”, organización fundada en 1969 y en cuya creación intervinieron los dos únicos hermanos de mi papá hoy fallecidos: Carlos Guinand Baldó, quien siendo Gobernador de Caracas impulsó su creación y Alberto Guinand Baldó, quien murió recientemente luego de una vida dedicada al servicio por los demás y casualmente encontré documentos que revelan que perteneció a la primera junta directiva de dicha organización voluntaria. Mi abuela paterna y algunas otras personas conocidas también fueron voluntarias de AVH hace ya 45 años. Es una organización presente en los principales hospitales públicos del país llevando una palabra de aliento, orientación, recreación, información y toda labor en la que puedan ser útiles estas mujeres con su característico uniforme azul.

Ese día conocí a la Sra. Judith, voluntaria de hace más de 25 años en el Hospital de Niños y que prácticamente suplía la labor de recepcionista del mismo. Me contó de su trabajo voluntario en el tiempo y la necesidad de formar una próxima generación. Con la realidad actual de la mujer trabajadora se ha hecho cuesta arriba crear el relevo pero estas mujeres siguen comprometidas día a día con su labor, ofreciendo una sonrisa a cuanto venezolano angustiado se acerca por ayuda. ¿Acaso una organización voluntaria que siga en pie luego de 47 años no es una señal de esperanza?

Los "Ángeles azules" realizan una labor maravillosa y
fundamental, bajo el más bajo perfil durante 47 años.
Mientras Judith atendía uno a uno a los visitantes y recibía palabras de agradecimiento de alguna madre a quien socorrió días atrás, se acercó una joven de unos 20 años o menos con su bebé en brazos. De una manera muy natural preguntó a la Sra. Judith - mientras sacaba un latica que traía en una bolsa - si podía dejar allí ese pote de fórmula infantil, pues su niño ya no la necesitaba y podría ser útil a algún otro niño del hospital.

Y allí estaba yo, como un simple testigo, viendo como en un país abrumado por el tema del bachaqueo y de la necesidad individual por sobrevivir o hacer trueque con alimentos, una joven madre de origen humilde dejaba una lata de fórmula láctea para que otro hijo de quien sabe quién pudiera aprovecharla ante la urgencia.

Ese caso no fue titular de periódicos y como hecho aislado tal vez no pueda tapar la crisis que efectivamente estamos sufriendo, pero por otro lado es un hecho fehaciente de que entre nuestra gente la solidaridad existe y esa será una extraordinaria base para poder luego reconstruir este país.        

Cierro rescatando unas palabras de Vaclav Havel cuando apenas comenzaba a soñar con la reconstrucción de Checoslovaquia luego de 40 años de yugo soviético y en una situación de desesperanza similar a la que tenemos hoy en Venezuela: “Nuestros principales enemigos hoy son nuestros principales defectos: la indiferencia ante el bien común, la vanidad, la ambición personal, el egoísmo y la rivalidad. La batalla tendrá que librarse en ese ámbito” (Discurso de Año Nuevo a la nación. Praga, 1 de enero de 1990)

10 de abril de 2016

2 comentarios:

  1. Caballero, comparto cien por ciento su opinión sobre eso seres tan extraordinarios que cumplen tan loable labor en pro de muchas personas necesitadas de afecto, solidaridad,escases, y que de alguna y otra forma ayudan a minimizar las angustias y penurias que sufren los pacientes en los centros hospitalarios de nuestra actual Venezuela. Ruego a Dios que les dé mucha salud a ésos Angeles Azules para que puedan continuar con esa labor de amor que realizan sin ningún interés, que Dios los Bendiga......David j. Muñoz

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    1. Gracias David por tu comentario y la calidez en escribir. Dios nos bendiga a todos quienes nos esmeramos en servir y ser útiles a los demás. Un gran abrazo. BGA

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