Bernardo Guinand Ayala
La vida es parecida a una excursión. Nos plantea un
trayecto por recorrer, en el cual esperamos alcanzar algunas cumbres e ir
apuntando más alto. También vas aprendiendo que ese recorrido tiene subidas y
bajadas, que hay terrenos planos, agradables, pero también algunos llenos de
piedras y dificultades. Con el tiempo y algo de experiencia caes en cuenta que
el propio recorrido es lo significativo, pero ese descubrimiento también es
parte de la vida.
Como en toda buena excursión, para la vida también
nos hace falta un morral lleno de herramientas necesarias para salir adelante.
Sería absurdo pensar en acampar en el Pico Naiguatá, en la Laguna Verde o en El
Himalaya sin tener en nuestro morral las provisiones necesarias para
suministrarnos comida, techo o abrigo.
Cada ser humano llega a la vida con su propio
morral y tratará de llenarlo lo mejor posible a lo largo de los años para poder
llegar más lejos. Pero hay que destacar, que antes de haber hecho algo por
nuestra cuenta, ese morral viene más o menos equipado dependiendo de una serie
de circunstancias que nada tienen que ver con méritos propios. Es decir, realidades como el país donde naces, la familia donde creces, el lugar donde habitas, el
nivel socio-educativo de tus padres, la existencia o no de padre y madre, el
número de hermanos que tienes, el peso cuando naces y un larguísimo etcétera, que determinarán
si tu “morral de arranque” está mejor o peor equipado.
La pobreza se caracteriza por ponerle a las personas al nacer un "morralito de arranque" esmirriado, y allí uno de los mayores dramas, pues estudios
apuntan que aún hoy en día cerca del 80% de los niños que nacen pobres,
seguirán siendo pobres cuando adultos (Informe de Cáritas España, 2016). Ese
20% estadístico que nació pobre y pudo salir de la pobreza, durante su vida ha
tenido que hacer esfuerzos y sacrificios que, probablemente, ninguno de los que
me lee es capaz de imaginar.
Cuando el año antepasado - Carolina Fernández y yo
- soñamos con la creación de una organización no lucrativa para seguir apostando
a este país, poniendo la mirada en los más vulnerables, teníamos claro que la dignidad del ser humano y la solidaridad con el otro serían
ejes de nuestra Fundación. Comenzamos por escribir esos valores.
Cuando el año pasado constituimos Fundación Impronta apostamos con
especial énfasis por los adolescentes, por ser un “target” en vertiginoso
ascenso demográfico en toda Latinoamérica y aún poca atención, así como lleno
de riesgos en las condiciones actuales del país [violencia, deserción escolar y
embarazo adolescente]. De hecho, si quien nace pobre tiene 80% de posibilidades
de seguirlo siendo, salir embarazada siendo adolescente, es como comprar el
ticket completo de la pobreza para la madre y para el hijo. En otras palabras, es garantía que el morral de la vida se mantendrá pírrico para asumir retos y desarrollar su potencial.
En esa reflexión estratégica sobre cuál sería nuestra misión, la palabra “Oportunidades” apareció como clave para nuestro trabajo, ya que lejos de parecernos a lo que tanto criticamos, deseamos generar espacios, formación, redes, contactos que cada chamo pueda aprovechar, pero donde cada individuo sea gestor de su propio camino. Bajo esa reflexión, nuestra misión se enfocó en "generar oportunidades" para que esos jóvenes puedan sacar todo su potencial, es decir, poder ir llenando ese morral lo máximo posible, a pesar de las condiciones de partida de cada uno.
En esa reflexión estratégica sobre cuál sería nuestra misión, la palabra “Oportunidades” apareció como clave para nuestro trabajo, ya que lejos de parecernos a lo que tanto criticamos, deseamos generar espacios, formación, redes, contactos que cada chamo pueda aprovechar, pero donde cada individuo sea gestor de su propio camino. Bajo esa reflexión, nuestra misión se enfocó en "generar oportunidades" para que esos jóvenes puedan sacar todo su potencial, es decir, poder ir llenando ese morral lo máximo posible, a pesar de las condiciones de partida de cada uno.
El año pasado también conocí Caucagüita, parroquia
del municipio Sucre algo aislada y hasta olvidada. A través de un llamado del
Radar de los Barrios para apoyar dicha comunidad en la organización de aquel
masivo y contundente plebiscito ciudadano del 16 de julio de 2017, conocí a Henry
Vivas, líder comunitario a quien tocó la tarea de montar los “puntos soberanos”
de dicha parroquia. Meses después, Henry me escribe informándome que había
instalado un comedor comunitario para 50 niños en la sala de su casa con el
apoyo de Alimenta La Solidaridad - Petare y nos invitaba a conocerlo y ver de
qué manera podíamos vincularnos. Me presenté con mi equipo de Impronta y el
resto es historia. De ese sencillo contacto terminó germinando el elemento que
faltaba para que Fundación Impronta
tuviera un propósito contundente: una comunidad con la cual trabajar de la
mano, interesada en nuestra propuesta y con deseos de construir juntos ese
mundo de oportunidades.
Durante 2018 nuestros esfuerzos se han orientado
casi 100% a trabajar con nuestros aliados de Caucagüita. Jornadas de salud,
plan vacacional, planes de formación, talleres, actividades recreativas, apoyo
a los comedores; pero sobre todo construcción de vínculos que nos permitan
apostar decididamente a futuro, así como alianzas para alcanzarlo. De hecho, al
cerrarse la puerta para establecer un centro integral de atención a
adolescentes en Petare [que era nuestra gran apuesta este año] se abrió una más
grande para hacer lo propio en un centro comunitario medio abandonado frente a
la iglesia de Caucagüita y en un entorno lleno de niños, adolescentes, jóvenes y
mujeres deseosos en participar.
Haciendo evaluación de este año y planificando el
que viene, nos tomamos un día para definir qué podemos ofrecer a diversos
colaboradores, amigos, familia para vincularlos. “Vender oportunidades" en un
país con hambre se hace cuesta arriba, aunque dentro de esas oportunidades -
vía alianzas - también se pueda
considerar un plato de comida, solo que deseamos ir más allá. Y se nos vino a
la mente la figura del morral, un “morral
de oportunidades”, pues es una manera de hacer tangibles esas
oportunidades. Hace poco, desde Panamá nos donaron unos cuantos morrales
escolares y pudimos equiparlos de útiles y entregarlos a un grupo (aún muy
reducido) de adolescentes como incentivo para sus clases. Nos dimos cuenta del
impacto que ello podía tener, sobre todo por vincularlo al elemento más empoderador
que puede existir, la educación.
Buscamos a quienes quieran sumarse en equipar esos morrales
para nuestros chamos de Caucagüita y cerrar esa brecha de quienes llegaron al
mundo con menos herramientas dentro de su equipaje. Ciertamente, en nuestras
acciones, habrá elementos tangibles para llenar ese morral, como los propios
morrales por ejemplo, así como útiles y cuanto insumo haga falta para
desarrollar nuestro trabajo. Pero fundamentalmente nuestro morral puede
llenarse con elementos o herramientas intangibles que permitan poner en
contacto a cada niño o adolescente con sus talentos y virtudes para ser
personas trabajadoras y de bien, para que sean independientes de un Estado
paternalista y futuros emprendedores o empleados de las empresas productivas que
requiere Venezuela.
Henry Vivas en plena jornada comunitaria Foto: Ivonne Velasco |
Así, desde Fundación Impronta, empezamos a vislumbrar el 2019. ¿Quién se suma para transformar vidas? ¿Quién quiere llenar de oportunidades esos morrales?
PD: desde $10 estarás llenando nuestros morrales de oportunidades. Súmate y corre la voz!
Si estás en Venezuela:
Fundación Impronta
RIF: J-409230120
Banco Mercantil
0105 0018 41 1018 669558
Si estás fuera:
Paypal: paypal.me/FundacionImpronta
Zelle (BofA): caroferhen@gmail.com
16 de diciembre de 2018
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