(Discurso dado por mi papá Eduardo Guinand Baldó
con motivo de cena pro-fondos por los 37 años del
Instituto de Previsión del Niño)
Cuando mis hermanos
Alfredo y Alberto estaban cerca de cumplir los 73 años, cada uno en su momento,
estaban convencidos que les faltaba poco para dejar este mundo puesto que papá
y mamá habían muerto a esa edad. Yo no lo asumí de esa forma tan radical puesto
que a ellos no les pasó. Ya esa especie de conjuro había caducado.
Es así que la
próxima semana, el 20, piso la década de los 80. Y la piso esperanzado, pues
más allá de los años recorridos está el legado que se pueda transmitir. Y hoy
para mí ese legado está muy presente en este encuentro que celebramos por los
37 años del Instituto de Previsión del Niño.
Eduardo Guinand Baldó en pleno discurso |
Volteamos hacia atrás
y esa larga historia parece que ha
pasado más rápido de lo imaginable, pero también ese tiempo ha sido vida y en
ella hemos acumulado un sin fin de experiencias que nos permiten decir que
hemos vivido y que no terminaremos de hacerlo mientras soñemos y nos
comprometamos con lo mejor, para lo mejor.
Pasamos de un régimen
dictatorial a uno democrático en el que la libertad adquirió un valor
importante y nos encaminaba por una vía de desarrollo para el país y un
crecimiento que beneficiaba a todos con la explotación y apropiación de
nuestras riquezas naturales que a la vez nos ponía en contacto con un mundo
cada vez más entrelazado.
Si bien hemos
tenido grandes aciertos no son menos notorias la debilidades, omisiones y
fallas, sin embargo, Venezuela creció en educación, salud, cultura,
instituciones pensadas para la gente y personas ocupadas por los otros.
Betty Urdaneta de Herrera C. y Eduardo Guinand Baldó fundadores del Instituto de Previsión del Niño |
Así hemos llegado
al día de hoy. Recuerdo que hace algo más de 37 años, la Sra. Herrera – a quien
no conocía directamente – me invitó a colaborar en el sueño que tenía de crear
una Asociación Civil avocada a los niños y que perdurara más allá de su paso como
Primera Dama. Doña Betty buscaba gente afín al tema social más que al mundo
político y así fuimos contactados cada uno de los fundadores por diversas
maneras. Meses antes, la Sra. Herrera había conocido la Casa Hogar de Niñas
Ciegas en El Junquito, cuyo proyecto me había tocado liderar. Ese encuentro,
así como la cercanía mutua con Laura Febres, fue el disparador para conectarme
con el Instituto, y desde mayo de 1979 hasta el día de hoy sigo agradecido con
Betty por la confianza depositada en mí para acompañarla como vicepresidente del
IPN.
Si bien siento que como
sociedad, a menudo no apreciamos lo que hemos hecho y estamos más atentos a las
carencias que a los logros, hoy es un día diferente. Hoy es un día propicio para
reconocer lo que hemos hecho, enmendar y apuntar nuestra acción hacia el futuro.
El IPN está aquí
con ánimo de renovación y actualización. Conscientes de haber dado, todos los
que a lo largo de estos 37 años hemos formado parte de él, lo mejor de nuestro
esfuerzo por cumplir los objetivos con los que arrancamos y de haber trabajado
por una sociedad más justa. Para nuestra mayor alegría, se nos suma el apoyo de
nuevas generaciones que con su entusiasmo joven y entrenado para la tarea que
tienen en sus manos, enfrentan los retos de una nueva época y de un país, que
como en los albores de la democracia, demanda gran compromiso, trabajo y suma
de voluntades.
Para lograrlo
contamos con la colaboración, el entusiasmo, la ayuda, el ánimo de los que hoy
nos acompañan. Esta noche, esta cena, es un logro en sí y lo recaudado
significa un aliento inmenso para una organización como la nuestra. Pero esta
noche no es el punto de llegada, sino una enorme posibilidad de transmitirles
que estamos en este proceso de renovación y que el Instituto de Previsión del
Niño desea prepararse para el momento histórico que nos demanda nuestra
golpeada Venezuela.
Hoy nos acompañan
familia, amigos, gente exitosa de las más variadas áreas productivas; personas
expertas en el mundo de la salud, como de la niñez; allegados de mi generación,
como algunos muchos más jóvenes. En fin, en este espacio se ve reflejado el
talento venezolano necesario para salir adelante. Somos unos cuantos, pero con
orgullo vemos alrededor y está presente uno de los mejores chef del continente,
un diputado que se la juega por el país, agricultores que siguen sembrando,
empresarios que siguen invirtiendo y todos, absolutamente todos, deseosos de
colaborar. Decía que esta noche no es el punto de llegada. Queremos que cada
quien, con su área de experticia y sus posibilidades se sienta invitado a convertir
al IPN en una organización útil a las necesidades que están transitando los
venezolanos menos afortunados.
La Iglesia nos
invita a atender a los que están sufriendo graves carencias de diversa índole
en nuestro país y a tener gestos concretos de solidaridad entre todos como
hermanos.
Ante la emergencia
actual tenemos que salir al encuentro del otro. El Papa Francisco en este año
de la misericordia nos recuerda: “Les animo a que estén atentos a las personas
que necesitan ayuda. Sean para ellos el rostro fraterno y misericordioso de
Jesús”
Que esta situación
catastrófica nos obligue a hacer milagros humanos que produzcan
transformaciones que cambien la vida y la comodidad diaria. En este momento de
profundo drama nacional hay que ayudar en solidaridad para vencer la violencia,
la resignación y la desesperanza. Transformarnos en protagonistas de los
cambios en nuestra historia y nuestra cultura.
Los fundadores y el relevo |
Doy gracias a Dios
por mis hijos en quienes he depositado grandes esperanzas, hoy muy
especialmente por Bernardo y María Beatriz – hija de la Sra. Herrera - quienes
con su insuperable espíritu de servicio y sensible a los sufrimientos de los
otros, continuarán la tarea que emprendimos un grupo de soñadores y a quienes
acompañaré en su misión a favor de los más necesitados. Pero ese agradecimiento
se hace más amplio cuando veo que los hijos de muchos de los fundadores se han
sumado de diversas maneras, ya sea incorporándose a la junta – como el caso de
Luis Guillermo Boggiano – así como aportando y dando ideas al alcance de sus
posibilidades y talentos desde cualquier rincón del mundo donde se encuentren. Allí
están también mis hijas que no pudieron llegar hoy a acompañarnos, así como
Carolina Febres – hija de Laura – y los Reyes Zumeta, que afortunadamente si
acompañan hoy a su mamá.
Contamos con todos
ustedes para seguir adelante en la construcción de una nueva realidad en
nuestro país. Contamos con ustedes para que el Instituto de Previsión del Niño
se prepare para los próximos 37 años.
¡Muchas gracias!
Eduardo
Guinand Baldó
13 de julio de 2016
Excelentes y oportunas palabras, en estos tiempos tan difíciles!
ResponderEliminar