domingo, 10 de enero de 2016

A Flor de Piel

Hoy me terminé de leer mi primer libro del 2016: “A Flor de Piel” de Javier Moro. Es el tercer libro que me leo de Moro y cada uno me ha gustado más que el anterior, pero ninguno como esta fabulosa novela histórica que relata una de las proezas más maravillosas y desafiantes de la historia de la salud pública internacional: “la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, la cual consistió en llevar el recién descubierto método para combatir la viruela al territorio del Reino de España fuera de la Península Ibérica (América y Filipinas) en los albores del siglo XIX bajo el reinado de Carlos IV.  (Procedimiento al cual se llamó vacuna pues su antídoto venía del mismo virus de la viruela bovina o “vacuna” y muchísimos años después Pasteur acuña el término de vacuna a su descubrimiento en honor a esta hazaña).   

Creo que todo médico, epidemiólogo, especialista en salud pública o interesado en la historia de la humanidad debería leerse esta fascinante historia novelada que destaca las hazañas de médicos notables y de temperamentos tan particulares como Francisco Xabier Balmis y Josep Salvany, así como la entereza y dedicación de una mujer como Isabel Zendal, proveniente de una familia gallega “pobre de solemnidad” y hoy en día considerada la “primera enfermera de la Historia en misión internacional” por su entrega a la expedición y el cuidado de todos los niños huérfanos de la travesía a través de los cuales se “transportaba” la vacuna.

Dr. José Ignacio Baldó
Esta historia me hizo pensar y pedir mucho por los médicos venezolanos entregados a la salud pública y a la profesionalización de la medicina en Venezuela. Me hizo recordar las grandes proezas en la erradicación de enfermedades llevadas a cabo en este país y que sirvieron de modelo para el resto del mundo. Particularmente la campaña contra la malaria, encabezada por el Dr. Arnoldo Gabaldón (quien fuera abuelo de mi recordada María Matilde Zubillaga), así como la campaña contra la tuberculosis, encabezada por mi tío abuelo Dr. José Ignacio Baldó y en cuyo hospital modelo “Sanatorio Antituberculoso Simón Bolívar – El Algodonal”  (hoy lamentablemente en pésimas condiciones) involucró a mi abuelo - Arq. Carlos Guinand Sandoz - para edificar una de las instalaciones más modernas para curar esta terrible enfermedad que afecta principalmente a los más pobres.
Dr. Arnoldo Gabaldón
También he tenido presente a mi querido Tío Alberto (Dr. Alberto Guinand Baldó), sobretodo en estos momentos en que su salud ha estado muy comprometida. Me hubiese encantado sentarme un rato a compartir impresiones del libro con él. Su obra la ha dedicado tanto a la salud pública como privada, en las áreas de cardiología y nefrología, destacando su increíble visión como fundador del Centro Médico Docente La Trinidad.

No pude dejar de pensar a lo largo de la historia en mi queridísimo Dr. Carlos Eduardo Paradisi, mi maestro en el tema de salud y cuya personalidad pudiese ser una extraña mezcla entre lo particular del Dr. Balmis y la bondad del Dr. Salvany, líderes de la expedición. Así como en cada uno de los médicos del Centro de Salud Santa Inés UCAB y en médicos más jóvenes pero dedicados a la salud pública en nuestro país como Julio Castro y mi prima Leonor Pocaterra. También hago una nota especial a una doctora y enfermera no titulada, pero que desde muy joven se apasionó por la asistencia en salud y se convirtió luego en nuestra médico de cabecera y enfermera a tiempo completo: mi adorada mamá, quien por cierto, me introdujo en la pasión por la lectura y por supuesto fue ella quien me regaló este libro en Navidad.   

En fin, un libro que nos reengancha con la palabra filantropía (del griego: “amor a la humanidad”) y nos recuerda que hasta en tiempos tan turbulentos como los inicios del siglo XIX en las colonias de España, hubo gente pensando en cómo salvar al mundo - y especialmente a las comunidades indígenas - del azote de la viruela. Para los momentos que vivo, con la idea de fundar una organización para ayudar a gente necesitada a canalizar sus problemas de salud, ningún libro pudo transmitirme más “a flor de piel” que estoy en buena senda.      


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