Cuando escribes, generalmente asumes
que quien te lee coincide en gran medida con tu línea de pensamiento. Suele uno
plasmar la realidad que percibes desde una mirada crítica y personal, tratando
de aportar algo positivo desde el lugar en que vives los acontecimientos. Recurrentemente
escribo sobre Venezuela, pues la realidad que nos ha tocado vivir – a todos los venezolanos de esta Venezuela
de principios del siglo XXI – es compleja y da para reflexionar mucho.
Hago esta introducción pues hoy
quisiera dedicar mis líneas justamente a quienes no suelen ser mis lectores. Me
encantaría poder llegar al pueblo chavista, aunque me conformo con llegar a
algunos cuantos a quienes considero mis amigos e incluso mis colaboradores.
Pienso en algunos en particular con quienes he discutido por largas horas sobre
nuestro país, siempre en un ambiente cordial y de respeto mutuo; pero a medida
que escribo vienen a mi mente muchísimas personas con quienes he compartido a
lo largo de los años, provenientes de los más variados lugares y áreas de
dedicación; desde médicos, enfermeras, técnicos y personal de seguridad, hasta
militares, entrenadores deportivos, líderes de consejos comunales y testigos de
mesa oficialistas.
¿Por qué les escribo? Por lo mismo
que hemos conversado tantas veces. Por Venezuela, por su presente y por su
futuro. Porque a la final la gran mayoría queremos exactamente lo mismo:
trabajo, prosperidad, calidad de vida, paz, inclusión, oportunidades. Solo en
el camino para llegar a ello nos hemos topado con diferencias y he tratado de
entender sus razones para defender al gobierno, así como he tratado de transmitir
que la polarización y los problemas que estamos padeciendo son - desde mi punto
de vista - producto de políticas públicas erradas y un clima de confrontación
que nos desvía de nuestros objetivos comunes.
No es para nadie un secreto que
Venezuela no anda bien. De hecho, las críticas más agudas al gobierno actual se
las he oído a personas afines al gobierno. A esos que han apoyado una, dos,
quince veces esta revolución, pero que no son ajenos a los problemas de
escasez, alto costo de la vida, inseguridad y corrupción, por mencionar solo
algunos. Y las críticas son más agudas pues además de sufrir, como todos, los inconvenientes
propios de esta situación, también viven la desilusión de ver en mal camino el
sueño por el que tanto han trabajado.
Los gobiernos, así como todas las
instituciones, necesitan renovaciones. Eso es así aquí y en Pekín. Hasta el
mejor gobernante del mundo necesita bajarse del pedestal del poder para volver
a tocar el piso de la realidad. “El poder
tiende a corromper…” decía un célebre historiador católico y eso suele ser más
cierto cuando las personas ejercen de manera indefinida ese poder. Para
nosotros es aún más cercano el pensamiento de Bolívar expresado en su Discurso
de Angostura: “Nada es tan peligroso como
dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano el poder. El pueblo se
acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la
usurpación y la tiranía". El fragmento “el pueblo se acostumbra a obedecerle” es lo que más me ha
impactado en el entorno venezolano, pues veo que efectivamente vamos tendiendo
a ello. Nos vamos haciendo la vista gorda con irregularidades que impiden el
desarrollo de una democracia sana. Temas como la ausencia en la separación de
poderes o la confusión entre gobierno y partido suceden ahora cotidianamente y
sería triste “acostumbrarnos” a ello.
¿Por qué les escribo? Porque estoy
convencido que la alternabilidad es una de las condiciones claves para vivir en
democracia. Porque nuevamente estamos frente a un evento electoral y siento que
ustedes tienen una responsabilidad inmensa en el futuro de este país.
En algunas conversaciones que he
tenido con ustedes me han transmitido que la oposición no los termina de convencer,
pero que en estos momentos se vive un desencanto profundo con el gobierno. Así
lo corrobora una reciente encuesta emitida por la organización Encuestas
Libres: "… es interesante ver que la
oposición no ha ganado tanto terreno, sino más bien las personas que no se
identifican con ninguno de los dos bandos". (Encuestas Libres: El venezolano sigue esperando a un caudillo) Y no soy quien para forzar
ni vender un mejor camino con determinada tendencia, aunque si les expreso
claramente que el equilibrio de poderes es necesario para reencaminar el país y
por ello la importancia de ustedes como factores críticos y elementos de
cambio.
A diferencia de lo que se dice
irresponsablemente a la ligera, tanto de un lado como del otro, la inmensa
mayoría de los venezolanos - ya sean pro-chavistas o pro-oposición - son gente
honesta y trabajadora. Caer en generalidades como que los chavistas son esto y
los de oposición son aquello no nos ha hecho sino daño. Aquí hace falta el
empresario, el obrero, el comerciante, el que piensa como yo y el que tiene
otro punto de vista y lo defiende con argumentos. Si algo he reclamado a este proceso
es habernos divido, sembrando en nosotros diferencias que no son tales. Venezuela
como país, así como nuestra vinotinto en el fútbol, jamás podrá ganar con la
mitad jugando para un lado y la otra mitad para el otro. Y creo que estamos en
un momento clave para el encuentro, para jugar juntos. Y al igual que la
vinotinto actual, nos tocará mucho esfuerzo para reconstruirla.
¿Por qué les escribo? Porque el
venidero 6 de diciembre hay un nuevo proceso electoral y aunque el resultado -
sea cual sea - no implica un cambio de
gobierno ni va a incidir en soluciones a corto plazo de los problemas antes
esbozados, si es una oportunidad para buscar un equilibrio de poderes que
fortalezca la democracia, para el bien de todos.
¿Por qué les escribo? Porque quiero
seguir trabajando por este país, pero siento que mi futuro y el de mis hijos está
ahora en sus manos, más que en las mías.
4 de diciembre de 2015
Excelente punto de vista Bernardo. Tenemos que seguir apostando al bien de todos
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