domingo, 7 de mayo de 2023

Mis respetos señora Maratón

 Bernardo Guinand Ayala

 

Acabo de volver a acariciar tus curvas, a sufrir tus desplantes, a sonreír y llorar mientras te recorría de punta a punta. Me he desbordado nuevamente, sin mesura, como si fuese la primera vez. 

 

Lástima que te conocí después de mis 40. ¿O mejor así? Quizás fue la crisis que atribuyen a la edad, pues, a pesar de la supuesta madurez, ha sido un amor intenso y apasionado, como si más bien fuese adolescente.


Mis respetos, señora Maratón. Hoy te llamo señora, en femenino, a la española - la maratón -pues pensándolo bien, nuestra relación ha sido así de tradicional. Un hombre y una mujer con pasiones desbordadas y deseos por cumplir. Y como es normal con las mujeres ¡cómo me has desafiado! … y me las has ganado todas, señora Maratón, todas. Y aún así, yo contento. Eres como una droga que, aunque sufra, siempre vuelvo a caer en la tentación.

Pero no he venido a reprocharte con mis lamentos y quejas, aunque duelas y una tras otra te diga: “ya no más”. He venido a agradecerte, pues nunca ha quedado en mi recuerdo los dolores, sino la satisfacción de cada rincón del mundo donde me has llevado o cada nervio de mi cuerpo que has hecho vibrar.


¿Quién hubiese imaginado que una pasión madura me llevaría a darme una escapada a Chicago, Berlín, Washington, Buenos Aires o incluso a Londres, donde volví para reconquistarte, aún con un cuerpo remendado? ¿Cuándo en mi vida soñé en levantar los brazos en la Puerta de Brandemburgo, con los ojos aguados, tan solo minutos después que alguien sí te vencía a ritmo de “récord mundial”? ¿Cuándo siquiera sospeché que se podría burlar al mismísimo Palacio de Buckingham dándole la espalda en shorts, para arrebatarte luego con todo? O incluso ¿cuántas veces he podido ver con otros ojos a mi desamparada Caracas, que siempre se ve más linda y amable cuando se trata de ti? ¡Cuántas experiencias señora Maratón! ¡cuántos lugares visitados gracias a usted!  


Ni hablar de amistades. Tu amor no ha sido egoísta y me ha permitido conocer a mis panas de hoy, con quienes comparto mi día a día y con quienes me anima inventar cada plan de fin de semana. Pero también me has puesto en contacto con extraños que te recorren sin distingo de quien es profesional o aficionado al arte de amarte. Quizás eres la única a quien un simple mortal te hace exactamente las mismas caricias que tus pretendientes que salen en las revistas. Así, mientras te he transitado, he sabido que coqueteas el mismo día con hombres como Kipchoge, Bekele o Kiptum; mujeres como Kosgei o Hassan; e incluso hasta con un caballero inglés, un tal Sir Mo Farah, que ha pretendido decirte adiós el mismo día que yo.   


Te agradezco la gentileza, pero confieso que nunca me he atrevido a llevar tu apellido. Proclamarme “maratonista” me ha parecido muy pretencioso de mi parte, pues aquellos que lo usan correctamente te dominan con más destreza. Aunque tampoco me has vencido del todo. Siempre ha habido algún motivo que me ha impulsado a arrancarte hasta esos últimos 2 kilómetros y 195 metros que se inventó una reina caprichosa, justamente en Londres. Mi cuerpo puede que no te haya conquistado del todo, pero mi cabeza te ha vencido; a veces por ignorancia, a veces por testarudo, a veces por buscar el brillo de la recompensa y algunas otras por un propósito mayor, pues conquistarte lo he convertido en un sueño compartido, en un reto con propósito. 

 

Me has hecho llorar, me has hecho reír, me has hecho rezar como pocas veces he podido. Pero, sobre todo, me has hecho sentir profundamente vulnerable y debo reconocer, que lejos de avergonzarme, ha sido gratificante.


Mil gracias, señora Maratón ¡mis respetos! Me has dado con todo. Me has hecho sentir vivo.


          7 de mayo de 2023

No hay comentarios:

Publicar un comentario