domingo, 18 de febrero de 2024

Por estas calles

 

Bernardo Guinand Ayala

 

Diez y media de la noche y la Plaza Francia de Altamira seguía completamente repleta de gente. Aún cuando cientos de veces vivimos en ese mismo lugar aglomeraciones similares, esta vez la convocatoria era distinta. No porque las razones por las que nos congregábamos antes no estuviesen vigentes, pues lamentablemente siguen más vigentes que nunca, pero vivir en totalitarismo también nos ha enseñado a aprender a vivir.

 

Y esa noche fue para vivir y revivir. Diez y media de la noche y Yordano anunciaba la despedida desde la tarima ubicada en la Av. Francisco de Miranda, aun cuando estábamos plenamente conscientes que faltaban, al menos, tres canciones ícono de su repertorio. Todas ellas, al igual que probablemente todo el concierto, suponían lo que ahora llaman un “throwback”, una vuelta al pasado con cierto sabor a nostalgia, a añoranza, a reflexión.

 

No pasaron ni dos segundos y los acordes dejaban claro que una de esas canciones había llegado. Quizás, en su momento, “Por estas calles” llegó a tener tanto éxito como muchas de sus otras canciones emblema, pero a la distancia tiene un significado todavía más contundente. La canción y la novela a la cual daba título habían sido una referencia por la manera de hacer crítica sobre la situación de impunidad, corrupción y delincuencia que vivía Venezuela a principios de los noventa del siglo pasado.

 

En retrospectiva, parece que ya décadas atrás borramos de nuestro diccionario algunos conceptos claves, pues, sin duda “por estas calles la compasión ya no aparece y la piedad hace rato que se fue de viaje…”

 

Es muy paradójico volver la vista atrás y evidenciar que tanto la novela “Por estas calles” de la clausurada RCTV, como el movimiento que dio vida al chavismo en Venezuela, tuvieron como chispa originaria ese terrible acontecimiento conocido como el Caracazo, ocurrido en febrero de 1989. Pero aquella canción de denuncia y la novela homónima que plasmaba cada noche en la pantalla lo que ocurría en el país - realidad que se exhibió como el germen de dos golpes de estado (1992) y posterior ascenso a la escena política del teniente coronel Hugo Chávez Frías - quedaron como niñas de pecho cuando los supuestos redentores de los pobres llegaron al poder para convertirse, con su aura brillante de resentimiento, en algo infinitamente peor a lo que venían denunciando. 

 

En fin, “por estas calles hay tantos pillos y malhechores, y en eso si que no importa credo, raza o colores…”    

      

Si algo nos demuestra fehacientemente la historia universal, es que los regímenes totalitarios de tinte socialista, enarbolando la pretendida bandera de defensa de los oprimidos, terminan siendo todo lo que critican, multiplicado a la enésima potencia. Basta leer los célebres títulos de George Orwell – Rebelión en la Granja y 1984 – y constatar, capítulo a capítulo, el guion más perverso que siguen, al pie de la letra y sin ningún tipo de vergüenza, esta casta de pillos y malhechores.   

 

Cuando nos adentramos en un crucial año 2024, el régimen venezolano vuelve a su esencia más perversa y persigue de la manera más obscena a la activista de los Derechos Humanos, Rocío San Miguel, por un presunto complot. Como respuesta ante la crítica del mundo, expulsan a los miembros de la Oficina del Alto Comisionado de los DDHH de las Naciones Unidas. No hay muchas explicaciones que dar sobre el talante del gobierno. En fin, “tú te la juegas si andas diciendo lo que tu piensas, al hombre bueno le ponen precio a la cabeza”.   

 

El poder corrompe, pero el poder con resentimiento, mata. Así estamos. Y lo más grave, el mundo entero está igual. Basta con darse una paseadita por las noticias en una cárcel de Siberia, donde al igual que en las cárceles venezolanas, los opositores mueren en extrañas circunstancias.

 

Volvemos a la noche del viernes en Altamira. Algunos recordamos - entre acordes y estrofas pegajosas - errores del pasado que catapultaron al poder a los que hoy gobiernan. Por estas calles denunciaba la corrupción, la impunidad, el abuso de poder que ciertamente existió… pero en los noventa aún había un marco constitucional que aseguraba, al menos, la regla mínima de la democracia: la alternancia en el poder. Lo de ahora es un tema de mafias a otra escala, perverso y vil. Este año hay elecciones tanto en Rusia como en Venezuela y vale recordar que, de esos que se hacen llamar señores, “hay algunos que hasta se (re)lanzan pa´ presidente”.

 

“Por eso cuídate de las esquinas, no te distraigas cuando caminas…”

18 de febrero de 2024

1 comentario:

  1. Excelente. Que reflejo de un país, descrito en una canción de un ayer que es hoy.

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