Bernardo Guinand Ayala
“He entregado todo por estos chamos que están aquí” fueron las palabras de Henry
en un emotivo homenaje que la comunidad de Caucagüita le realizaba en el último
domingo que vivió. Luego de casi dos semanas sin dializarse y un diagnóstico
inminente, Henry agarraba fuerzas donde no había, para recibir todo el cariño
de la comunidad a quien tanto ayudó.
Frente a él, abrazados y con los ojos bañados en lágrimas, los jóvenes y
niños por quien dio todo, lucían sus nuevos uniformes de “Los Halcones”, último
deseo que Henry se dio el gusto de cumplir cuando pidió a su familia abandonar
la emergencia del Hospital Pérez Carreño para pasar esos últimos días en casa,
con su gente, con sus chamos, y entregar él personalmente cada uniforme. A
Carlos, uno de sus pupilos, le dejó instrucciones muy precisas: “Sabiduría Carlos,
sabiduría. Te toca seguir el legado, buscar apoyo y, cada vez que se pongan ese
uniforme, lúzcanlo con honor. No quiero que nadie lo esté usando por allí para
manguarear, ese uniforme es para usarlo en la cancha”.
Henry Vivas Reyes nació en Guasdualito, estado Apure, y aunque se vino
muy jovencito, siempre honró su gentilicio llanero, sobre todo en su comida, una
de sus pasiones. “Vente este sábado con tu viejo, que puse a secar la carne
para prepararles un picadillo llanero como nunca se han comido” decía siempre
animándome a acercarme con mi papá, por quien sentía un respeto muy especial,
que era recíproco. A diferencia mía, el papá de Henry había desaparecido de sus
afectos hacía mucho tiempo. Había sido un tipo bien posicionado económicamente
en su pueblo, pero lejos de significar una ventaja para Henry, su padre siempre
lo desafió. Luego de una dura - de muchas - palizas, un día Henry, aún siendo
niño, se rebeló e independizó y empezó a aprender a sobrevivir contra todo
obstáculo, desde contrabandear gasolina cruzando el Apure en una pequeña embarcación,
hasta despedirse de su Guasdualito natal siendo aún menor de edad.
Mi historia con Henry comenzó el 15 de julio de 2017. Ese día lo conocí
y marcó nuestro camino. Sin temor a equivocarme, Henry Vivas dio foco y un lugar
para que Fundación Impronta aterrizara tantos sueños; mientras que, a Henry, esta
sinergia le dio razones y fuerzas para vivir a plenitud sus últimos años de
vida. Aquel día, me acerqué por primera vez a Caucagüita por un motivo más que
social, ciudadano. Al día siguiente se celebraría aquel contundente plebiscito
que realizó la sociedad civil venezolana y Henry se encargó de coordinar tal
consulta en su parroquia. Yo había logrado reunir algún apoyo para el
refrigerio necesario para tal evento y el equipo del Radar de los Barrios me
insistió en tender la mano a aquel icónico líder social que trabajaba incansablemente
por su comunidad.
“¿Qué no hicimos Bernardo?” me decía un Henry ya abatido por su enfermedad
renal. “¿Cuantos inventos no nos apoyamos?” y así fue. Mientras Impronta
no lograba concretar sus propuestas iniciales en otros barrios de Caracas,
bastó una primera jornada de salud en casa de Henry y ya todo es historia. - “Henry,
necesitamos 100 chamos…” - “Te los tengo”. - “Henry: ¿será posible hacer 200
arepas en tu casa? – “¿Sólo 200? – “Henry: ¿podemos hacer la comida del plan
vacacional en tu casa?” – “Ah bueno, ¿y donde más la ibas a hacer?” En el
léxico de Henry Vivas, la palabra NO estaba ausente, y en 2018, Fundación
Impronta tomó la importante decisión de focalizar todos sus esfuerzos en Caucagüita.
El responsable fue Henry, no por su capacidad de darnos luz verde a cuanto plan
le proponíamos, sino que, además, dejando de lado todo interés personal, nos
fue presentando a muchas otras personas o acercando a otros sectores para
ampliar nuestro espectro. La Embajada, Los Sapitos, Los Guacamayos, La A, Los
Bloques, Ciudad Tablita, El Milagro, Rosa Mística, Turumo, Calle Bolívar, Villa
Esperanza, 28 de Julio… todos fueron sectores que fuimos conociendo de la mano
de Henry, quien, como baquiano de la zona, salía de copiloto a bordo del
Improntomóvil transmitiéndole confianza a la gente: “Ellos son de Fundación
Impronta y vienen conmigo”. En lenguaje futbolístico, Henry fue una estrella
abriendo y repartiendo juego.
En todo este trabajo, sin descanso, en paralelo aprendí lo que significa
ser paciente renal. Los riñones de Henry fallaban desde hacía unos 20 años y
dependía de los servicios de diálisis de un hospital público. El trasplante de
un riñón donado por su hermano Aaron había colapsado años atrás, así que Henry
tenía tres riñones, pero ninguno funcionaba. Tres veces por semana, Henry salía
a las 4:00 de la madrugada de Caucagüita - en el extremo este de la ciudad -
hasta el Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño - en el extremo oeste - para
conectarse a una máquina de hemodiálisis por 4 horas que purificara su sangre.
Luego debía volver en transporte público a su casa o incluso, asistir a alguna
reunión de trabajo, cuando su cuerpo pedía descanso. “Dame unos minutos y me
repongo” decía jadeando, pero nunca dejó de aprovechar una reunión post diálisis,
a la que llegaba exhausto y a la vez rechazando algo para beber, para aguantar
hasta su próxima visita al hospital.
La expectativa de vida de un paciente renal, con el trajín que Henry le
imponía a la suya, es muy inferior a lo vivido por él. Su vida con propósito,
su servicio a los demás, sus ganas de cumplir metas fueron realmente
admirables. Tanto así, que sus médicos y particularmente sus enfermeras se convirtieron
en testigos de primera fila de una vida que no dejó de luchar un solo día, hasta
que el último catéter para diálisis que logramos encontrar y colocarle en la
vena cava también colapsó y redujo sus probabilidades.
Henry Vivas no dejó jamás de buscar aliados donde fuera posible. Cuando
lo conocí ya se había incorporado a la política como vía para aspirar a un
mejor país. En paralelo, nunca dejó de tocar puertas a empresarios y otras
fundaciones para llegar a más. Su trabajo no le permitía depender de un solo
aliado. Supo, muy claramente, desligar su vocación partidista con el trabajo social
cuando se vinculaba con nosotros e incluso, ir en búsqueda del encuentro con
quienes pensaban distinto. Cuando re-inauguramos la cancha de La Embajada,
recuperada por Fundación Impronta, a pesar de ser artífice clave de aquel
logro, se quedó tras bastidores para minimizar cualquier manifestación política
que repercutiera en el acto y en el sentido real de aquel espacio deportivo.
Desde la llegada de Henry del hospital, su casa volvió a ser la de
siempre, atiborrada de gente, atiborrada de jóvenes que vieron en él la necesaria
figura masculina entre la ausencia de sus padres. Henry fue un verdadero
referente clave para sus vidas. A pesar de la conflictiva relación de Henry con
el suyo, se comportó como un padre, en el más amplio sentido de la palabra, no
solo para Henry y Angelina, sino para decenas de chamos a quien dio cobijo. Y vaya
que Henry no era una perita en dulce, sino un personaje que decía de
manera muy directa y fuerte las cosas a sus muchachos. Tal como hace un padre. Sería
difícil determinarlo, pero ¿a cuántos niños le habrá salvado Henry su futuro?
Aquel sábado, desayunando, recibí una video llamada y veo la cara de
Henry diciéndome: “me voy Bernardo, me voy”. Aquel sábado, aprovechó la increíble
lucidez que tenía para despedirse y dar directrices a todos sus seres queridos.
Llegué corriendo a su casa y un vecino me cedió la silla junto a su cama.
Henry, más que hablarme a mí, habló para sus familiares cercanos. Les habló de
por qué nuestra amistad había sido fructífera y fue la cátedra de humanidad más
maravillosa que haya presenciado en mi vida. “Respeto mutuo, siempre nos
tuvimos respeto mutuo. Y no solo para mantener una amistad, fue respeto en la construcción
de un proyecto común”. Y después de hablar las más maravillosas anécdotas
de todo lo que hicimos y sufrimos con Impronta, agregó: “La clave Bernardo,
es que tú siempre te sentiste bienvenido en mi casa, así como yo me sentí en la
tuya”.
Además de Lucy, su esposa, y su hija, también estaba Nancy, su madre,
quien jamás se despegó de Henry en cada momento duro de su vida. Henry enfatizaba
que lo que él era, lo había aprendido en su casa. ¿De quien más sino de su
madre? Henry murió un viernes de concilio, había perdonado a su padre y había
recibido en vida el homenaje que merecía. Fue velado en su cancha de La Embajada,
donde Los Halcones vistieron su uniforme, con honor, para su último juego, de
donde salió cargado en brazos.
12 de abril de 2022
Henry, El Héroe de muchos.
ResponderEliminarDios te Bendiga Mi viejo Dios Te bendiga.
Te amo
Sin palabras un gran amigo,un gran guerrero no olvidaré cuando un día m dijo yo confío 3n ti ,pongo mi vida en tus manos tu lo lograrás y lo hice seguí luchando a tu lado .te quiero muchísimo mi vida .fueron tus palabras y quedaron en mi memoria..mi gran luchador que alzó el vuelo como un halcón
ResponderEliminarEnfermera Hemodiálisis amigo vuela alto, descansa en paz tu alma... Siempre vivirás en los buenos momentos, en cada acción maravillosa que realizaste acá en la tierra, que desde el cielo junto a papá Dios encuentres el descanso eterno... Fortaleza a tu familia.
ResponderEliminarYo siento mucha tristesa x que mi amigo y jefe como yo le decía se nos fue para mí el fue un gran hombre y trabajamos juntos el fue un gran padre de verdad que nunk nadie en caucaguita hiso un trabajo social como el ,y dios es testigo que ayudo muchas familias y sobre todo niños ,Henry sienpre vivirás en mi corazón dios te bendiga dónde estés
ResponderEliminarJunto a impronta Bernardo dios te bendiga y te de muchas bendiciones para seguir adelante haciendo trabajo social
ResponderEliminarQue bonita historia Bernardo ..wue gran corazón tienes y wue gran labor llevas en tu vida . Un gran abrazo por esa dolorosa pérdida.
ResponderEliminarHoy en día una gran historia, Venezuela sin duda un país con gente maravillosa, siempre ha sido así. Orgulloso de haber nacido allí y tenido la fortuna de vivir de primera mano esa gratitud y lucha por la vida de uno y los demás. Un compromiso con amor al dar.
ResponderEliminarDios les bendiga a todos.!!! Los que se han tenido que ir como Henry y a los que aún estan por estos lares.
Qué bonito homenaje. El amor y el respeto rebosan cada palabra escrita aquí. Un abrazo, querido Bernardo. Toca seguir contando lo que se logré en nombre de ese hombre que nos enseñó tanto de la vida y de la humanidad.
ResponderEliminarLos santos son de carne y hueso y viven entre nosotros, tal y como Henry lo hizo, no loo conocí pero como él hay muchos.
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