Agarro las llaves del carro para
salir y veo a Bernardo Andrés echado viendo televisión. En automático le digo: “Nando
¡te quiero!”. Le comento que voy al autolavado, ya que hay poca agua para lavar
el carro en la casa y le digo nuevamente pero ahora más consciente: “¿Sabes que
eres lo que más quiero en el mundo?”. Responde casi sin dejar de ver su
programa: “Si Pa, sé que a mí y a Ale es lo que más quieres en el mundo”.
Es sábado y Nando había tenido
juego de fútbol en la mañana. No había sido su mejor juego pero tampoco estuvo
mal. Otra vez les tocó jugar con niños mayores que ellos y el peso de un año en
pleno crecimiento es determinante. Otra derrota que manejar para sacar provecho
en su desarrollo. Casualmente, justo antes de salir al autolavado leía “Terapia
para el emperador”, un libro de Manuel Llorens, psicólogo con quien compartí
muchos años de trabajo en el Parque Social UCAB y quien ha tenido un rol clave
como psicólogo de la vinotinto tanto de la selección de mayores como de las
fases de formación. Leyendo sus lecciones pensaba en todas las cosas que le he
dicho a mi hijo luego de cada juego, procurando no ser uno de esos papás
eufóricos, sino tratar de aprovechar las bondades del deporte para ayudarlo a
crecer, a vencer sus miedos, a tener más confianza en sí mismo. Ver a mi hijo
jugar me ha demostrado una vez más que cada ser es único, que a pesar de las
similitudes que veo conmigo en algunas cosas, su manera de jugar y sobretodo de
pensar, es propia y característica. Allí he intentado reforzar lo bueno y
tratar de transmitirle las áreas a mejorar.
En fin, el día de fútbol con sus altas
y bajas y las enseñanzas que trato de transmitir así como aquellas que
sencillamente no le interesan, solo me acrecientan un sentimiento: no hay nada
más apasionante que ser papá y no hay amor más profundo que el que se siente
por un hijo.
Algo parecido me pasó con
Alexandra más tarde. Cuando ella se me acercó, yo acababa de leer un párrafo
del libro de Manuel que dice: “Un estudio
encontró que más de la mitad de una muestra de niños de ocho y nueve años
afirmaban que no participaban en actividades deportivas por miedo a tener un
mal desempeño o por miedo a no quedar en el equipo final” Se lo leí a ver su reacción e inmediatamente
me sonrió de manera cómplice. Ale está en el equipo de kickingball de su
colegio pero le tiene pánico a los juegos por el riesgo de que se le caiga una
pelota. Ha sido un tema que hemos venido trabajando para reforzar su confianza
y vuelvo a pensar como papá: no importa cuánto falles, tienes que aventurarte, tienes que tener confianza en
ti misma, tienes que aprender de las caídas, pero siempre, siempre, siempre te
querré.
Este sencillo post nació de la
necesidad de expresar eso que a veces tanto escuchamos como recomendación para
aplicar a la vida diaria. No dejar para mañana decir un ¡te quiero! a la gente que te importa - sin sonar a gurú
motivacional ni a predicador de tv de medianoche -. Cada uno de nosotros tiene
que asumir cada día un sinfín de actividades, trabajo, tráfico, expectativas, etc.
que nos copa en tiempo y disposición, pero fundamentalmente tenemos que enfrentarnos
a nosotros mismos, a nuestra personalidad, nuestro carácter. Eso a veces nos
bloquea y no nos permite saborear lo sabroso de las cosas sencillas.
Sé que con mis hijos me tocará
crecer como papá, que habrá momentos de alegrías y también procesos difíciles.
Cada uno es un ser irrepetible con su característica personalidad y sus
talentos. Lo único que les puedo garantizar es ese “te quiero” y especialmente
para ellos con esa certeza de ser “lo que más quiero en el mundo”. Pero por
otro lado hay muchísimas más personas que quiero, a algunas más fáciles de decirlo
y trasmitirlo que a otras, pero que a medida que escribo van surgiendo nombres,
rostros, recuerdos. Y por esas cosas de la vida, a veces a quienes más quieres
es con quien también más pleitos tienes, producto de esa misma confianza, producto
de que el querer es recíproco.
A quien me quiere, puede tener la certeza que
estas líneas van directo a ellos. Y a mis hijos - este blog, este post, este
pequeño esfuerzo por dejar algunas cosas escritas que probablemente en algunos
años les interese leer - les queda la certeza, para siempre, que son lo que más
quiero en el mundo.
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