Bernardo Guinand Ayala
“Ustedes son los que Él ha escogido para ayudarle en su obra, anunciando a los niños el Evangelio de su Hijo”
San Juan Bautista De La Salle
Aquel era un día de semana cualquiera. Con catorce algunos y quince los
mayores, estábamos en plena efervescencia de la adolescencia. Nos sorprendieron
aquella mañana notificándonos que no tendríamos clases convencionales. “Salgan
al patio que hoy tendrán una jornada diferente” nos avisó alguno de
nuestros profesores del colegio. Acto seguido dijo: “van al salón
audiovisual”. A finales de los ochenta, el salón audiovisual del Colegio La
Salle La Colina era una total novedad que, hasta ese momento, había estado
reservado exclusivamente para los alumnos del ciclo diversificado. Era un honor
pisar aquel moderno lugar por primera vez.
Aquel Hermano, que para la fecha estaba casi a mitad de sus cuarenta, se
dispuso a hablarnos, de la manera más cercana y abierta sobre temas de
sexualidad. Nunca había aprendido y comprendido tantas nuevas cosas como en
aquella hora y pico que, con absoluta claridad nos transmitió. La Salle La
Colina, para ese entonces, seguía siendo totalmente de varones, lo cual
facilitaba el lenguaje y lo explícito de las imágenes que con total pertinencia
nos exponía. Iñaki era una de esas extrañas personas que tenía especial
facilidad para conectarse con los especímenes más complejos del mundo: los
adolescentes. Y lo hacía desde una posición de respeto y confianza que
impresionaban.
Antes de descubrir su valía como educador de jóvenes, Iñaki para mi
representaba al gran artífice detrás del evento de mayor relevancia que tenía
el colegio. Un evento a gran escala, que era una mezcla de talento,
espiritualidad en el sentido más práctico y magia pura. El Hermano Iñaki era el
director de la representación viviente de La Pasión de Cristo, que involucraba
absolutamente a todo el colegio y se presentaba en el enorme campo de fútbol,
en varias funciones, antes del asueto de Semana Santa. Eran largas jornadas de
ensayo, con la música de la obra “Jesucristo Superstar” adaptada completamente
al castellano con voces de reconocidos artistas de habla hispana y el audio,
magistralmente acondicionado, por lo mas “top” de la época: la miniteca
Betelgeuse.
Aquella apoteósica obra, que comenzaba con la entrada triunfal de Jesús el
Domingo de Ramos, nos hacía sentir que estábamos realmente en Jerusalén siguiendo
los pasos de Cristo. Arrancaba el acto y en las cornetas sonaba a todo volumen:
“Hosanna Hey Sanna, Sanna Sanna Ho…” y saltábamos al unísono cientos de
personas – niños de primaria, jóvenes de bachillerato y adultos - con nuestras
palmas hacia el cielo, levantando polvo que se convertía en una gran nube, tras
la búsqueda de Jesús que iba montado en burro, sujetado por el Hno. Iñaki, cuyo
vestuario siempre destacaba por su autenticidad. A raíz de aquella experiencia,
el Domingo de Ramos siempre ha significado, para mí, la fecha más especial de
las celebraciones eucarísticas por su alegría, por aquellos recuerdos y por la
presencia de un Jesús vivo y cercano, que particularmente siempre he preferido.
Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, esos discípulos de San Juan
Bautista de La Salle, no son curas. No dicen misa, ni imponen los sacramentos.
Aquel noble francés creó una congregación de maestros para quienes no tenían
acceso a la educación y evitó la tentación de los compromisos, privilegios y
cargos eclesiásticos. Así aseguró un rebaño de gente humilde, dentro de la
iglesia, con el foco claro en formar a niños y jóvenes.
El Hermano Iñaki murió a finales de septiembre. Fue un digno discípulo
de La Salle, un verdadero Hermano de las Escuelas Cristianas. En estos momentos,
cuando veo con dolor el abandono de la profesión docente en Venezuela, donde la
educación está en su momento más caótico y los jóvenes necesitan más que nunca
una guía, cuanta falta nos hacen más educadores de la talla de Iñaki. Ojalá pueda
iluminarnos desde el cielo.
Doy gracias a Dios por haber tenido la fortuna de tenerlo en mi camino.
28 de octubre de 2023
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